De nuevo Royo

De nuevo Royo

{mosimage}En la última exposición de Josep Royo en Castelldefels, en la presentación que tuve el honor de hacerle, dije que mucho me temía que fuera nuestro embajador de una época que, infelizmente, está acabando. Para ello recordé la novela de ciencia ficción de Ray Bradbury Fahrenheit 451, en ella, Bradbury describe una sociedad en la que los libros han sido prohibidos y los bomberos en lugar de apagar incendios, queman bibliotecas y ajustician  a quienes se atreven a leer. El autor hace una metáfora de una sociedad en donde las prisas y las ocupaciones hace que temas como la poesía o la filosofía queden fuera del interés general, por culpa de un Estado que quiere controlarlo todo y unos medios de comunicación alienantes que impiden razonar. De esta forma, dice el gobierno, ideado por Bradbury, que los hombres son felices porque no piensan. Un bombero-incendiario disidente descubre que existen intelectuales que se aprenden de memoria los libros más importantes que han sido escritos y estos, a su vez, los transmiten a niños para que no los pierda la Humanidad. Son los llamados hombres-libros. Fahrenheit 451, escrita en 1953, en los orígenes de la guerra fría, transciende de su espacio temporal y nos evoca, en algunos aspectos, una actual y triste realidad.

Josep vive desde 1967 en Castelldefels y ha trabajado durante muchos años  en Bruguera como dibujante de tebeos. La editorial nació en 1910, cuando Juan Bruguera Teixidó fundó en Barcelona El Gato Negro, publicando, al principio, novelas de amor, policíacas, biografías y libros de chistes. En el año 1917 apareció TBO, fundado por Joaquín Boigas cuyo éxito hizo que Bruguera sacara al mercado en 1921 Pulgarcito con la intención de hacer un humor diferente. En 1933 murió Juan Bruguera y el negocio pasó a manos de sus hijos, Pantaleón y Francisco. La editorial sobrevivió a la Guerra Civil y en 1939 fue rebautizada con el nombre con que hoy la conocemos. Pronto se vería que la producción de Bruguera era un humor basado en lo cotidiano y que podemos recorrer en ella, con la perspectiva de un tiempo que se fue con nostalgia, un retrato sociológico de la España de la posguerra, la época de la autarquía y el posterior desarrollismo franquista de los años sesenta.

Hacia 1970, época dorada de la editorial, llegaba a publicar más de cuatro millones de revistas al mes, repartidas entre DDT, Tiovivo, Din Dan, Lily, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape entre otras. Artistas tales como Cerón, Cifré, Conti, Enrich, Escobar, Gin, Grosset, Iranzo, Ibáñez, Karpa, March, Schmidt, Muntañola, Peñarroya, Sabatés, Sanchís, Sifré, Keto, Toni, Vázquez, nuestro protagonista y muchos más, conformaron ese universo de ilusiones que hicieron menos penosa la vida a muchas personas.

Volviendo a las tesis de Bradbury, Josep hace de hombre–tebeo nuestro y, periódicamente, nos dice con sus divertidas exposiciones que hay discursos que pervivirán, a pesar de los tiempos que corren, porque hay personas como él que los aman y nos los transmiten al resto de mortales. Sus acudits los ha expuesto en multitud de sitios: nuestra Casa de Cultura, el cine Savoy, la Sala Velasco…la última en el vestíbulo del Hospital de Bellvitge (lo que no deja de ser un sano ejercicio de higiene mental). De cualquier manera, los que vivimos en Castelldefels y tenemos la suerte de conocerle, podemos compartir con él un café y su chispa. Per molts anys Josep!.