Miguel Murillo, apasionado por las radios de época

Miguel Murillo, un apasionado de las radios de época

Este interesantísimo reportaje ha sido realizado por Ana López, periodista de Ràdio Castelldefels en colaboración con La Voz de Castelldefels.

{mosimage}Una colección de 300 aparatos de radio, procedentes de medio mundo, confirma la pasión del Miguel Murillo por el mágico invento de Marconi. Nacido en Málaga y vecino de Castelldefels “desde hace muchísimos años”, Miguel Murillo convivió con antenas, sintonizadores y diales desde la infancia.”Mi padre era distribuidor de Philips y además teníamos un negocio de electrodomésticos en un pueblecito de la provincia de Huesca. Pero mi vida profesional me llevó por otros derroteros y cuando me jubilé, como ya había estudiado algo de radio, me pude dedicar a mi verdadera afición”. Miguel Murillo es socio además de A.C.A.R (Associació Cultural Amics de la Ràdio) entidad que, además de organizar encuentros periódicos y organizar, por ejemplo mercadillos, edita la revista mensual “La ràdio d’època” y cuenta con asociados de toda España. “Somos unos enamorados de los aparatos de radio. Tengo un amigo, especializado en emisoras, que ha volado hasta Manila o EEUU para comprar un modelo determinado. Hay coleccionistas especializados en aparatos americanos, otros en españoles. Yo colecciono aparatos de todas las procedencias”.

La colección de Miguel está compuesta por 300 aparatos, el 90% de los cuales funciona. Pero a Miguel no sólo le apasiona contemplar sus aparatos de radio. La verdadera emoción aparece cuando encuentra aquellas piezas o modelos soñados y consigue que funcionen. “Adquiero los aparatos en mercadillos, gracias a amigos que me regalan radios antiguas que ya no funcionan, o a través de Internet en EEUU, o Alemania”.

La radio más antigua que tiene Miguel es de 1921. Se trata de un aparato de radiofrecuencia sintonizada de procedencia francesa. Esta emisora, sin embargo, no funciona porque “me falta el alimentador, ya que estos aparatos iban con baterías y luego llevaban un altavoz auxiliar. Estaban compuestos por tres piezas. Después llegó el altavoz incorporado y posteriormente la radio tal y como la conocemos actualmente”.

¿Cómo arregla los aparatos que no funcionan y cómo consigue las piezas?
Normalmente no puedes encontrar la pieza original porque se trata de aparatos muy antiguos, pero se pueden localizar pieza equivalentes. Exceptuando algunas válvulas americanas o europeas muy antiguas, todo lo demás se puede solucionar”.  Aún hay casas en Barcelona que suministran componentes actuales que podemos adaptar a los aparatos antiguos. También en ocasiones encuentras a alguien que te da esa radio de la abuela que no funciona. Normalmente, los aparatos se adquieren en mercadillos, a través de  Internet y gracias a amigos que te las regalan. Los asociados de A.C.A.R. nos reunimos en Cardedeu, sede de la entidad, dos veces al año. Hay gente que viene de toda España para intercambiar información, accesorios o esquemas que, para mí, es lo más interesante de estas reuniones. Cuando compras un receptor y lo quieres reparar, necesitas el esquema que te va indicando los valores del circuito. También el presidente de A.C.A.R. posee un banco de esquemas al que tenemos acceso los asociados y la casa Philips tiene un departamento en Alemania al que puedes hacer peticiones.  Muy amablemente te mandan si lo solicitas, por ejemplo, el esquema de un aparato de 1930. También a través de Internet hay gente que vende CD que únicamente tienen  esquemas. Por lo que respecta a los accesorios, aún hay casas en Barcelona que todavía suministran componentes actuales que podemos adaptar a lo aparatos antiguos. Desguazamos entonces todos los componentes y los utilizamos para poder arreglar los otros que tenemos.

Receptores procedentes de casi todo el mundo.
Sí. Para mí los mejores receptores son los que proceden de Alemania. Se trata sobre todo de aparatos  del año 55 al 60-62 que fueron extraordinarios. Los americanos también son buenos aparatos, muy de consumo, pero no se pueden comparar a los alemanes. En Europa los mejores eran los franceses y después los españoles, pero a mitad de los años 60 la industria europea desapareció con la llegada de los transistores japoneses. La mayoría de las empresas españolas estaban radicadas en Catalunya (Inter, Iberia, Invicta, Colonial) y en Madrid (Telefunken, Marconi) donde, además,  había un pequeño fabricante que compraba las placas y les ponía su marca. En los años 50 en la calle Viladomat de Barcelona había un pequeño establecimiento en el que tenías que hacer cola para comprar accesorios y donde los técnicos compraban un kit que contenía todos los componentes del receptor. Lo montaban y después lo vendían, aunque esto era ilegal. Si querías legalizarlo, tenías que ir a una sociedad estatal, comprabas tus placas de usos y consumos y en la tapa de atrás, en el chasis, con dos remaches, podías poner la placa conforme aquel receptor había pagado sus impuestos.

{mosimage}Era común que  durante los primeros años de la radio, mucha gente se fabricará sus propios aparatos para escuchar las emisiones radiales y, por eso, la “técnica” empleada se publicaba en extensos artículos en revistas y los “trucos” se pasaban de boca en boca, gracias a la asesoría de los que tenían conocimientos sobre radio, ya que no existía la electrónica tal y como la conocemos ahora.

Los aparatos de radio, al principio, tampoco estaban antes al alcance de cualquiera, ¿no?
No. A pesar de que, por ejemplo, la General Electric hacía unas 20.000 radios diarias. En España una radio de gama alta costaba mucho dinero. Un aparato de Telefunken que era el más caro podía costar sobre las 7.000 ptas. Teniendo en cuenta lo que por aquel entonces costaba un 600, con la compra de cinco o seis radios tenías un coche.

En EEUU el número de aparatos receptores era de 3 millones en 1924. A finales de 1931 existían en España sólo 40.000 receptores de radio frente a los 800.000 de Francia o los 3.980.000 de Alemania. La media española era de 1’75 receptores por 1000 habitantes. En 1936 ya había en nuestro país 303.983 aparatos. Usted tiene mucha diversidad de modelos: desde los económicos o radios muy grandes con su mueble respectivo, hasta los que llevan incorporado despertador u otros accesorios.
Hay mucha diversidad de modelos. Desde un mueble consola grande con tocadiscos incorporado con el departamento para sus discos, hasta el portátil que pesaba 8 o 9 kilos y al que cada semana tenías que cambiar las baterías porque estaban agotadas. Antes de los años 60 se hacía mucho en baquelita -sobre todo en la época de la guerra civil porque no se suministraban materiales a las fábricas- pero la verdadera sonoridad se obtenía a través del mueble de madera. Los aparatos de calidad alta estaban en ese tipo de muebles. Después, con la llegada de la FM, muchos aparatos de alta gama ya llevaban indicador de sintonía (el llamado ojo mágico), toma para el exterior para el magnetófono, etc. Después llegaron los portátiles de los años 50, los transistores. Al principio, la gente compraba su Sony pequeñito, el Terra 63, que ahora vale una fortuna, a pesar de los miles y miles que se hicieron.También tengo una radio de galena. Funciona simplemente con las ondas herzianas que capta del éter y después con una buena toma de tierra que puede ser un cable dentro de una piscina, o una tubería de plomo o un cable enterrado en el suelo, bien mojada la tierra que haga un buen contacto, y pueda funcionar indefinidamente sin baterías, ni pilas. Ahora están muy buscadas y su precio es altísimo. En realidad, con una patata, una hoja de afeitar e hilo,  se puede fabricar una radio.

La radiodifusión a nivel mundial comienza después de la Gran Guerra, en 1920, en Pittsburg, EEUU, que empieza a transmitir la estación KDKA, anunciando el triunfo de Harding en las presidenciales. La noticia es escuchada por los privilegiados que tenían una radio elemental regalada por el fabricante, la empresa Westinghouse fabricante también del transmisor. En la torre Eiffel se instala la primera “BroadCasting”  francesa y luego la compañía Radiola instala la estación  que sería después Radio París. En Alemania la Telefunken instala la potente estación “Königswusterhausen” y en Buenos Aires en 1922 se instala la Radio Sud América (LOZ). La fiebres de construir simples receptores para escuchar las ondas hertzianas que surcan el éter, invadió el mundo.

El papel de las empresas que en los años 20 trabajaban con material radioléctrico no se puede dejar de lado porque, en realidad, ellas fueron sujetos activos en el nacimiento y desarrollo de este medio en España. Su tarea no sólo consistió en impulsar las iniciativas que iban surgiendo, sino que eran las responsables de que los receptores que se fabricaran pudieran hacer llegar a los ciudadanos las emisiones de manera óptima. Tanto es así que las propias compañías radioeléctricas más importantes de aquel entonces tomaron la determinación de crear su propia empresa de radiodifusión: EAJ-7 Unión Radio, que se inauguró el 17 de junio de 1925. Esta emisora pronto se convertiría en la primera cadena de radio española.  Sin embargo, el 14 de noviembre de 1924 se inaugura la primera emisora radiofónica española radio Barcelona, EAJ-1. Algunos de los aparatos que usted tiene confirman el poder de la radio tras la Segunda Guerra Mundial.
Sí. En Alemania, por ejemplo, los aparatos estaban de alguna forma subvencionados por el partido nazi. Había diferentes marcas, pero la curiosidad del aparato que yo que tengo es que únicamente dispone de dos teclas: Berlín 1 y Berlín 2. Los alemanes que tuvieran este modelo, en aquella época, sólo podían escuchar esas dos emisoras. No te daba ninguna opción más porque todo el  circuito de sintonía estaba precintado por un encapsulado que no podías tocar.  En Italia  también existió  una radio subvencionada por el gobierno italiano utilizada para difundir su propaganda ideológica.

¿Usted escucha la radio?
Me gusta mucho pero son dos conceptos distintos. Existe, como es mi caso, el forofo de los aparatos, el coleccionista y restaurador de radios; y después el que escucha radio que se llama diexista. Se trata de una persona que por la noche con su receptor digital marca su frecuencia y puede escuchar radio Chile, radio Moscú o radio Filipinas. Normalmente, los aparatos antiguos tenían onda normal y onda corta. Ahora los modernos tienen FM pero hay que tener en cuenta que con la onda normal se corren unas distancias limitadas, en cambio a través de la onda corta, con muy poca potencia puedes llegar al otro extremo del mundo con tu emisora encima de la mesita de noche.

¿Vendería alguno de estos aparatos?
No. No están en venta. Son como mis trescientos hijos. Como estoy jubilado, lo que compro es tiempo y como  tengo un pequeño tallercito cojo la radio, la desmonto, la limpio, la restauro, barnizo el mueble, arreglo los componentes que estén estropeados y, cuando ya funcionan perfectamente, pasan a la exposición que véis.

¿Hay algún modelo determinado que le gustaría poseer en su colección?
Voy detrás de dos modelos  de Telefunken que me faltan para acabar de coleccionar todos los aparatos que se fabricaron en España. Se trata de un aparato pequeñito que  debe de tener unos 20 cm de altura por unos 10 o 15 de ancho, y este se me resiste, me cuesta encontrarlo. El mercado español es muy limitado y como este aparato se fabricó en España, no existe en el mercado alemán, ni en el mercado americano. Lo que sí se encuentra en el mercado americano son  piezas muy antiguas, por ejemplo de aparatos de radiofrecuencia sintonizada y lámparas triodos, todavía. El otro día viajando por el sur de Francia con mi esposa, pasé por un pueblecito pequeño donde había instalado un mercadillo  grande  de radios y allí encontré una Scheneider que iba persiguiendo hacía tiempo. Estaba en muy mal estado pero la he logrado recuperar y ahora ha quedado muy bonita.

Pero ya me queda poco espacio para colocar más aparatos. O reduzco las compras o le cojo alguna habitación a mi mujer.

Ana López
Ràdio Castelldefels