Joan Margarit

Joan Margarit

{mosimage}Este poeta catalán nació en Sanaüja (Lleida) en 1938 y empezó escribiendo en castellano para luego hacerlo en catalán, su lengua materna. De todas formas, la mayor parte de sus poemarios tienen una edición sólo en catalán y otra edición bilingüe en catalán y castellano.

El Grupo Alga lo trajo a Castelldefels allá por el año 1993 cuando publicó Els motius del llop, pero ha sido este verano-otoño cuando he leído en versión bilingüe Estació de França y Joana y me ha impactado sobremanera su poesía.

Podría calificar su lectura de “revelación”, de encuentro con el tipo de poesía que yo reivindico. Ya en la entrevista del mes pasado y simplificando excesivamente distingo dos tipos de poesía: la que persigue “contar y comunicar algo” al lector y aquella otra que, más que contar, ofrece una serie de imágenes de difícil interpretación para que el lector se imagine lo que pueda.

La poesía ha de sugerir, no puede ser textual, ahí radica la dificultad para conseguir el equilibrio entre belleza, sugerencia y comunicación. Encontrar esa imagen, esa metáfora, que permita más de una lectura del poema; pero no infinitas lecturas.

Para mí Joan Margarit en estos dos libros citados, de carácter autobiográfico, habla de él y su entorno y lo hace encontrando ese equilibrio de funambulista que requiere la poesía tal como yo la entiendo.

Voy a hablaros del segundo poemario, Joana, dedicado a su hija y escrito durante los ocho meses anteriores a su fallecimiento a la edad de 30 años. El libro contiene 37 poemas en catalán y su correspondiente versión en castellano. Y digo “versión”, no “traducción”, ya que aunque las dos versiones se parecen no son dos gotas de agua. Es un gozo para el espíritu leer primero la versión en catalán y después hacerlo en castellano, en muchas ocasiones te admiran unos versos en catalán y al leer la versión castellana es otra imagen la que te sorprende.

Siempre he pensado que la poesía consiste en extraer belleza no sólo de la felicidad sino también de la tristeza. En este poemario Margarit, mezclando un intenso amor y un intenso dolor por la muerte que se acerca inexorable, sabe encontrar la belleza con una serenidad estremecedora.

Pero ya es hora de que yo calle y deje hablar al poeta, para ello citaré unos cuantos versos de los que más me han gustado.

Una noche en el hospital: “La noche era una hoja de guadaña”. Un recuerdo: “el suave sesgo de una luz pasada”. Una premonición: “He sentit el teu nom pronunciat / pel llenguatge del mar. Diu que te’n vas.” La belleza: “… d’aquell cos estrafet / on vaig aprendre el que era la bellesa.”  Un rastro: “… s’havia anat deixant el seu somriure / en les fotografíes.”  Un paisaje: “Las gaviotas planean con sus alas / que se adaptan igual que hoces inmóviles, / indiferentes, tensas, a las ráfagas.” Una súplica: “… i queda’t submergida en aquest pati,/ com un naufragi, dins la nostra vida.”  Tras la muerte: “… y las leves canciones de sol de tu silencio / iluminan el hierro del mañana.”  El amor que supera la muerte: “Y sintiendo que ya, en cualquier instante / podría hacer surgir tesoros de la muerte.”,  “Envellirem guardant tots els colors / que van lluir als teus ulls”.

Espero que esto os anime a leer algo de este gran poeta  y persona. El mes próximo hablaré sobre el 25 aniversario del Grupo de Poesía Alga, efemérides que pocas ciudades pueden contar en su haber.