Miedos odontológicos

Miedos odontológicos

{mosimage}El miedo al dentista es expresado por todos aquellos que tienen necesidad odontológica y el tratamiento odontológico en sí despierta angustia, cuya intensidad es de tipo casi irracional; las reacciones que se observan no coinciden generalmente con la realidad del tratamiento; por eso, en este artículo trataré  de explicar el origen de este miedo y también trataré de dar pautas para que, juntos, odontólogos y pacientes podamos entender este miedo, llegar a  minimizar la angustia y lograr  soluciones.

Bleger, psicoanalista argentino que trabajó sobre la conducta humana, dijo que la profesión que más exacerba la ansiedad es, primero, la psicoanalítica y, segundo, la odontológica. La mayoría de los pacientes que se presentan al consultorio del dentista desarrollan una reacción de desagrado con una respuesta exagerada respecto a las maniobras realizadas; también traen una imagen ya formada del profesional a través de referencias, comentarios, o simplemente de la opinión que tiene de todos los odontólogos; esto nos lleva a suponer que el paciente inicia el tratamiento con una experiencia previa. Toda esta información jugará un papel preponderante en la relación a establecerse con el profesional.
La boca y los dientes tienen para el ser humano un significado inconsciente que va mucho más allá de la utilización cotidiana, como dientes para masticar y boca para alimentarse. La boca tiene determinadas características inconscientes en cada época del desarrollo y lo mismo acontece con el diente. Todos estos significados se mantienen latentes en la vida adulta, solo que quedan reprimidos o reformados.

La boca es la primera zona dadora de placer que posee el ser humano ya que es el primer contacto con la madre, utilizamos la boca para succionar apenas nacemos. A medida que el niño crece, renuncia en gran medida al placer de succionar; esta renuncia se hace en forma de trueque y renuncia el succionar por el morder con la aparición de los dientes. De ahí la importancia inconsciente que damos a la boca ya que, siendo la boca el lugar donde se condensan las esperanzas de rehacer el vínculo perdido con la madre, se hace evidente la angustia que acompaña a todo tratamiento odontológico.

La forma de aparición y desarrollo de las piezas dentarias, su cuidado y uso durante la vida son consecuencia de este primer contacto. Por otro lado, los dientes tienen diferente valor simbólico según se trate de niños pequeños, púberes o adultos. ¿Qué quiero decir con esto? Las ansiedades que surgen durante la primera dentición son más toleradas, ya que estas piezas habrán de remplazarse. Por el contrario, en el adolescente o adulto se incrementa la ansiedad, ya que los dientes y molares permanentes lo exponen a una pérdida más definitiva.

Los miedos podemos considerarlos individuales o colectivos. Sobre los miedos individuales, solo puedo decir que están íntimamente relacionados con la historia del individuo y cómo ha jugado en él todo lo anteriormente dicho de la boca como primer órgano de placer.

En cuanto a los miedos colectivos o universales, podemos decir que el miedo al dentista es uno de ellos ya que es un tema muchas veces tratado como elemento de dar dolor y eso generaliza este miedo, incluso en algunos individuos llega a transformarse en fobia.

Más allá de los miedos inconscientes tanto individuales y colectivos, existe un miedo real o consciente que posee el ser humano y es el miedo al dolor. ¿Qué es el dolor? Puede ser definido como una sensación desagradable creada por un estimulo dañoso conducida por ciertas vías nerviosas al sistema nervioso central, donde se la interpreta como tal.
Para controlar el dolor contamos con métodos químicos y estos están asociados a la analgesia y a la anestesia. Además, disponemos de diferentes herramientas para controlar el dolor como: eliminación de la causa, bloqueo de las vías de los impulsos dolorosos, aumentar el umbral del dolor y utilización de métodos psicosomáticos.

La idea a la que quiero acercar a los pacientes es que pueden estos percibir el origen de su miedo y poder informarles de que existen métodos para controlar ese miedo desde las distintas escuelas.

Los profesionales debemos tener en cuenta los síntomas que el paciente trae, ya que estos son el primer paso para poder entablar con el paciente una relación de empatia necesaria para que el mismo paciente pueda integrarse en el tratamiento; también es necesario observar la boca como un todo. A veces, vemos la caries que nos trae un paciente solamente en forma parcial y un paciente no es solo una caries, ni siquiera parcialmente una boca. Un paciente es una caries, una boca, inserta en un individuo que viene a sentarse en nuestro sillón y este individuo viene con sus temores, con sus angustias y con experiencias odontológicas previas que casi siempre condicionan su entrega.

Por eso, hoy quiero mostrar que una boca es un contenido parcial; una parte de un todo.