¿Impuesto sobre el patrimonio…? No, gracias
{mosimage}La Unión Europea, desde hace muchas décadas, intenta alcanzar la armonización fiscal de todos sus Estados miembros. No lo consigue porque las distancias son, todavía, muy considerables y porque es el último reducto de soberanía que les queda a los gobiernos de cada país.
La propuesta de la mayoría de los partidos de anular el Impuesto s/ Patrimonio en la próxima legislatura, a parte de ser una promesa electoral, significa un paso más hacia la armonización respecto al resto de países de la Unión Europea. Tal y como se entiende, un sistema impositivo moderno y actualizado no penaliza sobre los bienes que ya han pagado su caro peaje a Hacienda cuando fue generado, porque es algo claramente confiscatorio, prohibido por la Constitución. Pero, además, el Impuesto s/ el Patrimonio nació en un momento histórico que ha sido superado con creces en las últimas décadas y cuyo mantenimiento carece de sentido. El problema que puede surgir, si realmente se anula, es que este impuesto está cedido a las autonomías, pero sólo el Estado puede quitarlo y será loable que así lo hagan, gane quien gane en las próximas elecciones. Eliminándolo se evitarán agravios comparativos territoriales muy serios, dado que las comunidades en que gobierna el Partido Popular, lideradas por Madrid, y en alguna de las socialistas, ya habían anunciado la reducción de este tributo a la mínima expresión, por el freno a su desarrollo que suponía. Casi un millón de contribuyentes no pagarán por progresar en la vida y tener una riqueza sobre la que afianzar su futuro.
Por todo ello, bienvenida sea esta eliminación que, más allá de que sea utilizada como propaganda electoral, nos iguala un poco más a la tributación de la Unión Europea, y ahora solo falta que se elimine, de una vez por todas, el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, y así poder garantizar que todos somos iguales ante el fisco en España.