La magia de la Navidad explicada a los niños

La magia de la Navidad explicada a los niños

{mosimage}Cerca de las fiestas navideñas, los más pequeños de la casa muestran su ilusión respecto a los acontecimientos que para ellos se avecinan. Para los niños, las Navidades son algo más que vacaciones escolares y reuniones familiares, ya que se encuentran muy de cerca con una posibilidad de fantasía: la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos. Esto para ellos significa encontrarse con todo aquello deseado, el que alguien supuestamente mágico piense en ellos y así se lo haga saber a través de los regalos. La ilusión es algo evidentemente maravilloso pero hay que plantearse que, para el niño, algo positivo también puede acompañarse de ciertas contrariedades. Hasta los cinco años aproximadamente, el pensamiento mágico de los niños se justifica con las historias de personajes fantásticos, como los navideños, que construimos a su alrededor; pero a partir de esta edad hay que empezar a entender que el niño necesita ir situando su mente en un pensamiento más en contacto con la realidad. De ello nos daremos cuenta observando a los propios niños, a partir de los 5 años aparecen preguntas por su parte que cuestionan la capacidad de la existencia de los Reyes Magos y otros personajes mágicos. Si entonces nos descubrimos justificándole a nuestro hijo la existencia de dichos personajes, algo no está funcionando como debiera. ¿Será el niño el que no está preparado para dejar de creer en lo increíble, o son los propios padres los que no se sienten preparados para explicarles cómo funciona la realidad?
 Debemos entender la necesidad de que el niño descubra la realidad, ya que eso le va a permitir un grado de maduración acorde con su edad cronológica, y nunca postergarlo porque lo seguiremos sometiendo a una posibilidad de inmadurez.
 Por ello, podemos encontrar niños a partir de los cinco años preparados para descubrir la magia de la Navidad y otros que hasta los ocho no podrán reconocer esta realidad. He usado la palabra reconocer porque en realidad entre los seis, siete y ocho años, los niños han escuchado la verdad en varios lugares pero, por un motivo o por otro, no pueden integrarla en su pensamiento, por ello conocen la verdad pero no la reconocen como cierta. Será entonces labor de los padres prepararlos para esta etapa evolutiva que va a llegar más o menos temprano y saber reconocer, como padres, la mejora que el descubrimiento de una realidad puede suponer para los propios niños.

Mónica Dosil
Isep Clinic Castelldefels
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