¿Desde el ateísmo a la fe?
Del libro ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Autor: Francis S. Collins. Editorial: Temas de Hoy.
{mosimage}Cuentan que una anciana solía ir al río cada mañana. En uno de esos momentos, vio a un alacrán que flotaba indefenso en la fuerte corriente del río, hasta que quedó atrapado en las raíces de unas plantas. El alacrán luchaba por liberarse de manera furiosa, pero cada vez quedaba más y más atrapado. La anciana se acercó al ver que el alacrán se ahogaba. Lo que sucedió era previsible: el alacrán la picó en cuanto ella lo tocó. Ella retiró su mano, pero luego volvió a intentarlo… y el alacrán volvía a picarla hasta que su mano comenzó a sangrar. Su rostro mostraba el dolor que provocaba su obstinación. Un hombre que pasaba vio a la anciana “luchar” contra el alacrán y le gritó: “¿Estás loca?, ¿quieres matarte por salvar a esa cosa odiosa?”. Ella, mirándolo compasiva le respondió: “aunque él, por su naturaleza, siga intentándolo, ¿cómo puedo negar mi propia naturaleza de salvarlo?”.
Seguramente, ninguno de nosotros pondríamos nuestra vida en peligro para salvar a un alacrán, pero sí muchos nos expondríamos a un riesgo por salvar a un indefenso o a alguna persona desconocida en necesidad. La agradable sensación de “haber hecho lo correcto” es tan real que no podemos negar que hay una intensidad de amor latente en el ser humano, algo que lo diferencia. La naturaleza de una clase de amor que puede distinguirse de la simple afectividad.
Sin embargo, existe la costumbre, y es una práctica difundida, de apoyarse en la ciencia para afirmar o para negar cualquier cuestión, y en este caso, para negar la existencia de Dios. Aunque por muchos años hemos pensado lo contrario, la ciencia y la fe no son conceptos antagónicos. Ambos coexisten necesariamente en el interior del ser humano. En su trabajo como médico e investigador de genoma humano, uno de los científicos más destacados en el campo de la genética ha sido Francis S. Collins, director del Instituto para la Investigación del Genoma Humano y coordinador de dos mil científicos de todo el mundo que trabajaron en el mismo proyecto para encontrar la secuencia de más de tres mil millones de letras que forman el ADN en el Genoma Humano. Después de analizar los principales argumentos mediante los que se pretende demostrar la inexistencia de Dios, y teorías como la del creacionismo, diseño inteligente o evolución darwinista, Francis S. Collins ha irrumpido con su libro “¿Cómo habla Dios?” donde pretende armonizar la ciencia y la fe. Collins pasó gran parte de su juventud como ateo, pero el contacto con enfermos terminales le hizo preguntarse por los fundamentos de la fe hasta llegar a aceptarla. Se ha encontrado con lo que se denomina diseño inteligente, que demuestra que ciertas máquinas moleculares, como el ojo humano y su extraordinaria ingeniería, son demasiado complicadas como para haberse desarrollado con la mera evolución. Según sus palabras, el ADN es el lenguaje de Dios. En una célula está contenida toda la información de un ser humano. Pero el altruismo y el amor incondicional, presentes en cualquier ser humano, no se pueden explicar atendiendo a razones biológicas. En un tiempo en el que proliferan los libros contrarios al fenómeno religioso, en los que se esgrime la ciencia como prueba más fehaciente de la no-existencia de Dios, se descuelga un argumento precisamente contrario: el tránsito del ateísmo a la fe, guiado de la mano de la razón y el progreso científico. A lo largo de las páginas de “¿Cómo habla Dios?” y basándose en su trayectoria personal, Collins reconcilia lo que para muchos son dos polos completamente opuestos: la rigurosidad de la ciencia con la creencia en un Dios trascendente o la fe como elección enteramente racional con principios complementarios a los de la ciencia. Por eso, parece curioso que aunque la realidad de la evidencia de la existencia de Dios tenía que llegar por otra dirección, la decisión final tiene que estar basada en la fe, no en la evidencia. La ciencia sólo puede estudiar lo que está dentro del mundo natural. A pesar de ello, ante tanta evidencia, debiera haber un veredicto, es una decisión inevitable que nos enfrenta con ese ser magnífico cuyo amor incondicional le llevó a buscar al hombre, de manera incesante a pesar de que éste lo ha rechazado una y otra vez, como el alacrán.
Adaptado por Fernando Lovero
Centre Betania
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