Elegir Película
{mosimage}Tal y como ocurre en la mayoría de las situaciones de la vida, el cine, el hecho de ir al cine, de ver una película u otra no siempre es un acto totalmente voluntario, de decisión personal. A veces, simplemente vemos una peli porque nos llevan. Es un cine que consumimos más como acto social que como hecho cinematográfico, películas elegidas a gusto de otros y en las que más que espectadores somos acompañantes del verdadero espectador. ¿Y a cuántos os ha pasado esto estas vacaciones en las que parece obligado llevar al cine a hijos, sobrinos y nietos? Mi lista de estas vacaciones va desde “Bee movie” hasta “Mrs Magorium y su tienda mágica”, pero mejor paso página que tampoco quiero deprimiros.
{mosimage}También hay películas que te las encuentras, como que tropiezas con ellas. Esas que ves porque se te ha pasado la hora de la que te interesaba, o porque el horario del periódico estaba equivocado, o de las que “ya que estamos aquí, vamos a ver algo”; ya sabéis, sesión de circunstancias. La verdad es que en estas, a veces, te llevas decepciones y otras verdaderas sorpresas. Acostumbran estas películas a tener la ventaja de llegar a ellas sin apenas información, casi sin prejuicios y el hecho de no esperar nada de antemano puede hacerte disfrutar mucho más de algunas obras, especialmente si son pequeñas, sencillas, sin grandes pretensiones. Algo así me pasó con “Lejos de ella”, la película de Sarah Polley que acabé viéndola porque era lo único que parecía tener interés en aquel momento. Sólo sabía que era de la actriz de varias películas de Isabel Coixet y que hablaba del Alzheimer en una historia de amor. Me encontré con casi dos horas de cine calmado, de una serenidad y una madurez apabullantes, delicado e intenso. Un cine a medio camino entre el tono de la Coixet y el estilo de Bergman pero sin ser ninguno de los dos. Nada que ver con los dramones lacrimógenos de reventar taquillas. Una adorable Julie Christie y un fabuloso Gordon Pinsent nos dibujan dos personajes que sufren, cada uno a su manera, los terribles cambios que la enfermedad de ella provoca en sus vidas; cambios lentos e inexorables que obligan a renunciar a toda una vida y, sobre todo, a hacer un cambio radical de valores ante la persona amada y la nueva situación. Contenida en su discurso, cuidada y elegante en sus diálogos, “Lejos de ella” se ve como una ópera prima que augura una prometedora carrera.
{mosimage}Hay también títulos que te sientes obligado a ver, ya sea porque se venden como obras indispensables, porque se supone que tiene valores extraordinarios o porque autores, temáticas o resultados son tan excepcionales que se han de ver si quieres estar al día. El ejemplo más reciente es “Deseo, peligro” que, según parece, no se puede pasar por alto. No sé, debe de ser que no soporto los doblajes, o que esperaba demasiado de un cineasta como Ang Lee, autor de obras tan interesantes como “Come, beber, amar”, “La tormenta de hielo” o “Brokeback Mountain”. La cuestión es que la primera hora (50 minutos para ser exacto) se me hizo eterna, tonta, prescindible y yo diría que, incluso, mal escrita. Después la cosa gana y cuando se centra en la difícil relación de sus protagonistas, el film coge vuelo y se acerca a lo que de él se espera. De todas formas, me parece que le falta capturar la atmósfera de un país ocupado y de una clase alta absolutamente ajena a la desgracia; y que a la relación de los personajes de Tony Leung y Tang Wei (fabulosos los dos) reclama mayor torridez e intensidad, más pasión y algo de fuego en cada fotograma que no está o no supe ver; no sé, algo que duela, que transmita con intensidad la contradicción de sus personajes entre el odio y el amor, la atracción y el rechazo, el recelo y la sumisión, el deseo y el peligro… contradicciones que se ven pero que no se sienten como deberían. Aun así, un film notable por el que vale la pena aguantar la primera parte.
{mosimage}Y también están, claro, las películas que tú eliges por razones mil, que siempre (por personales) son buenas razones. A Elías, el portero del cine de mi pueblo, sólo le gustaban las que salían caballos y el proyeccionista (no recuerdo su nombre) las clasificaba según el grueso que ocupaban los créditos al final del último rollo: a mayor grosor, mejor película. Yo suelo guiarme por los directores, a veces por las críticas que leo (pocas) y, en ocasiones, por las circunstancias que acompañan a la obra.
Quizás por eso fui a ver “Interview”, porque la dirige Steve Buscemi, que siempre me ha caído bien y porque el original (ésta es un remake) es de Theodor Van Gogh, ese señor que un fundamentalista acribilló a balazos por hacer un corto irrespetuoso con el Corán. Además, un millón de dólares de presupuesto (ni para pipas en Hollywood) y 9 días de rodaje (ni para un corto), o sea cine independiente de verdad.
El producto final, la verdad es que bastante bien: un guión bien tejido, unos personajes bien dibujados y una historia que acaba enganchándote y sorprendiéndote. El Buscemi y la Sienna Miller, también bien como actores (ella mejor que él y mucho más guapa) y el tono teatral del film (dos personajes que hablan en un único escenario) no sólo no molesta, sino que incluso se agradecería un pelín más de artificio escénico. En fin, 84 minutos para reconciliarse con el cine independiente yanqui y un rendido homenaje a un cineasta que no mereció su trágica suerte.
Y ustedes, ¿cómo acostumbran a elegir sus películas?