Sobre los héroes

Sobre los héroes

{mosimage}Este año se conmemora el 200 aniversario de la invasión de España por las tropas napoleónicas. Es la conocida como Guerra de la Independencia o Guerra del Francés (1808-1814), según las fuentes que consultemos.

Estuve pensando en mis tiempos de estudiante de E.G.B. y, desde luego,  recuerdo claramente los capítulos dedicados a la guerra contra Napoleón. Daoíz y Velarde, Palafox, Carlos  IV, Fernando VII, los fusilamientos del 2 y 3 de mayo, José I (Pepe Botella), los afrancesados, Goya y “Los desastres de la Guerra”,  etc. También recuerdo la impresión que me quedó de que fue el pueblo llano el que se organizó y plantó cara a la invasión.

Esto me ha llevado a pensar en la manipulación de los datos históricos y en la valoración de los héroes que hacen los diferentes historiadores, según su ideología y según el país que defiendan (véase la Ley de Memoria Histórica).

Ya en 1805 Napoleón intervenía en la política interna española y puso al mando de la flota combinada francoespañola al ineficaz Villeneuve en la batalla de Trafalgar, dejando en segundo lugar a los marinos españoles. Esto costó la derrota de la flota combinada y la victoria de la inglesa dirigida por Nelson, que murió en la batalla. Posiblemente nos cueste reconocer a los españoles la heroicidad de Nelson y a los ingleses la de Gravina, Churruca, etc.

Pero volvamos al principio, todas las guerras son sufridas con mayor intensidad por el pueblo llano, ya sea formando parte del ejército o de los actualmente llamados “daños colaterales”, además del hambre, la miseria, los desplazamientos, depuraciones políticas, etc. En la guerra que nos ocupa, Carlos IV y Fernando VII (padre e hijo) cedieron la Corona española a Napoleón y éste la cedió a su hermano menor, José.

Yo quisiera rescatar a dos héroes del pueblo catalán: uno anónimo y otra conocida, que lucharon contra las tropas de Napoleón.

En junio de 1808 el general Duhesme estaba bloqueado por los somatenes catalanes en Barcelona, envió al general Schwarz para que se uniera a las tropas francesas cerca de Zaragoza y castigara, de paso, a la ciudad de Manresa, por revelarse contra Murat. La lluvia provoca que las tropas se detengan en Martorell, se corre la noticia entre los somatenes de los alrededores y se preparan para detener al enemigo en los desfiladeros del Bruc y Can Maçana. El día 6 los franceses avanzan y repelen a los somatenes, a los cuales se unen los de Santpedor, que son unos 300 hombres. Un muchacho de esta ciudad bate con tal fuerza el parche de su tambor que, acompañado por el eco, produce tal estruendo que hace retirarse a las tropas francesas.

Agustina Zaragoza i Doménech nació y se casó en Barcelona, pero en 1808 se encontraba en Zaragoza, sitiada por las tropas napoleónicas. Había ido allí siguiendo a su marido, sargento artillero. Una columna enemiga se acercaba a una batería que había quedado abandonada por estar sus artilleros muertos o heridos y Agustina cogió un botafuego y se acercó al cañón disparando una primera andanada compuesta por una bala de 11 kilos y metralla, lo que produjo numerosas bajas entre el enemigo. Tras esta andanada se sumaron más artilleros y contuvieron a los franceses hasta que llegaron refuerzos y aguantaron la posición. Agustina de Aragón fue nombrada alférez en 1810 y, tras una azarosa vida, murió en Ceuta en 1857. Desde 1909 sus restos descansan en la Iglesia del Portillo de Zaragoza, a pocos metros de donde disparó el famoso cañonazo.