Rabietas infantiles, ¿hay que preocuparse?
{mosimage}Podríamos comenzar definiendo que una rabieta es aquello que le ocurre a un niño de entre dos y ocho años, que tiene que ver con un descontrol comportamental ante una situación que le es frustrante y que no puede manejar con otros recursos; por ejemplo, en unos grandes almacenes un niño pide un caramelo y los padres deciden no comprárselo, entonces le dicen que no al niño y el niño no es capaz de soportar ese no y se pone a llorar y chillar, llegando a veces incluso a insultar a los padres o a pegarles, puede llegar a tirarse al suelo para demostrar su malestar o, incluso, a quitarse la ropa con el objetivo de demostrar su insoportabilidad ante dicha situación.
Pero ¿qué es lo que se puede hacer? y ¿por qué le ocurre esto al niño?
Para poder pensar qué es lo que se puede hacer, es mejor empezar a entender por qué un niño pequeño puede tener la necesidad de actuar con este comportamiento…
Una rabieta aparece cuando un niño pequeño no sabe cuándo y cómo ocurren las cosas, en realidad no es que no acepta una negativa, sino que se le está diciendo que no a algo que muchas veces se le dice que sí. Es decir, un niño que siempre obtiene un No en el Supermercado cuando pide un chupa chups no hará una rabieta, la hará el niño que a veces recibe información algo ambigua.
El objetivo educativo sería que un niño llegue a entender que las cosas no son siempre que sí o siempre que no, pero para ello debe tener cierto grado de madurez emocional y esto lo da la educación y la edad. Por ello, no podemos pretender que los pequeños entiendan siempre nuestros cambios de opinión. Así, nos pondremos en el lugar del niño y entenderemos que con un niño de dos o tres años se deben hacer siempre las cosas igual, siempre siguiendo una rutina; será a partir de los cuatro años y medio, aproximadamente, que vincularemos nuestras decisiones a su comportamiento; es decir, le diremos cosas como: “si me ayudas a comprar, te compraré un chicle al salir de la tienda” o como “no te compro nada porque no te lo has merecido”, por supuesto el niño ha de mostrar su desagrado ante nuestras reprimendas, así como su enfado, pero lo que jamás ha de pasar es que llegue a perder el control porque ello le produce mucho sufrimiento al propio niño. Debemos pensar que la situación llega a ser tan desagradable que a los padres o abuelos les preocupa mucho la gente que lo está observando todo, pero lo más preocupante es el grado de tensión interior que está sufriendo ese niño y que, en definitiva, es lo que debe comprenderse para poder cambiarlo.
Mónica Dosil
Psicóloga
Isep clinic Castelldefels
clinic.castelldefels@isepclinic.es