Español y Catalán en kimono
{mosimage}Hay quienes se esfuerzan en reducir la españolidad al uso castellano (o al catalán en la intimidad) y otros que entienden y practican la pluralidad cultural e idiomática de España como una indudable riqueza.
Hace unas semanas leí en un diario de gran tirada que en el Instituto Cervantes de Tokio, además de impartirse clases de castellano, se podrán cursar estudios de catalán a partir del mes de abril.
Asimismo, tengo una amiga en München (Munich, Alemania), usuaria del Instituto Cervantes de la ciudad, que me contó este verano cómo había acudido a una charla de presentación del último libro del escritor Sánchez Piñol desarrollada en catalán y nadie se escandalizó por el hecho.
Por lo visto, también en Tánger (Marruecos), han tenido una experiencia parecida, según me explicó una maestra de un colegio público español de esa ciudad, en donde en ocasiones se usa y se da a conocer el catalán a través del Instituto.
Quisiera saber el porqué de la reiterada obsesión y empeño en que los niños que quieran puedan estudiar sólo en castellano en las escuelas catalanas robando de esta manera la inmensa riqueza que supone dominar cuantas más lenguas mejor y, sobre todo, si se trata de la vernácula del lugar en donde se reside. Y aunque este asunto no tenga que ver con el anterior, sí creo que el talante abierto y la incorporación de todas las lenguas de España al Instituto Cervantes merecen el mejor de los respetos y una apertura de mente que algunos deberían aplicarse a la hora de hacer demagogia electoral con la muy dudosa voluntad de recaudar votos.
Ahora que las cartas ya están echadas para los próximos cuatro años sería deseable que tomáramos ejemplo del Cervantes y pudiéramos aprender aquí como mejor crea conveniente la mayoría y allá castellano, catalán, gallego o vasco vestidos con sari, chilaba o kimono.