¡¡¡Agua, agua!!!
{mosimage}No deja de tener su carga irónica que una ciudad como Castelldefels, tradicionalmente golpeada por fuertes inundaciones, ahora se vea azotada por otro fenómeno de orden totalmente opuesto a la lluvia torrencial. Al igual que sucede en el resto del área metropolitana de Barcelona, nuestra ciudad sufre ya las incomodidades derivadas de la pertinaz sequía. Aquel fenómeno que nació en nuestra historia contemporánea con el enano dictador hacedor de pantanos, y que, metidos de lleno en un nuevo siglo, se resiste a abandonar su protagonismo histórico. Vamos, que no llueve. Y por mucho que chamanes y hombres del tiempo predigan y vaticinen tiempos borrascosos, la lluvia se empeña en “marginar” a Cataluña, sembrando de agua otros lugares de España y pasando por alto a esta tierra.
Escorándonos a la izquierda más radical y teniendo ensoñaciones independentistas, a uno le da por pensar que quizá hasta en el manejo del satélite meteosat haya oscuros intereses que mueven las isobaras de aquí para allá, a su antojo y que entre sus planes figura el exterminio de la nación catalana por medio de la asfixia climatológica. Eso o que allí arriba, a la derecha de Dios, hay un Jiménez Losantos con muy mala leche que le “come la olla” a diario desde la COPE celestial al ministro de la lluvia. Y como en el EGM del cielo el fulano en cuestión es líder de audiencia, desde allí ha conseguido ensombrecer nuestro futuro con una versión moderna de una plaga bíblica.
Pero un repentino ataque de sentido común me dice que esos fantasmas y esas obsesiones no conducen a nada bueno, y que un fenómeno adverso como este de la sequía nada tiene que ver con nuestra historia sociopolítica más reciente. Donde sí quizá deberíamos mirarnos, y hacerlo de forma crítica, es en el espejo de la gestión diaria de nuestros recursos naturales. ¿Cuánta falta de previsión hay en la situación que ahora padecemos por parte de quienes gestionan políticamente nuestros recursos? ¿Es que acaso no llevamos un lustro padeciendo año tras año períodos cada vez mayores de ausencia de lluvias? ¿Por qué nuestros políticos llevan idéntico período de tiempo enzarzados en un pulso ideológico acerca de la conveniencia o no de un trasvase como el del Ebro? Y centrándonos en el territorio que habitamos, ¿alguna vez se han preguntado qué misterio rodea la falta de aprovechamiento de las grandes corrientes de agua que tenemos en nuestro subsuelo? El macizo del Garraf está lleno de ríos subterráneos, y en muchas obras de nueva construcción que se realizan en Castelldefels es habitual tener que bombear miles de litros de agua del subsuelo para proceder a cimentar los edificios.
Además de esperar que el cielo sea benévolo con nosotros, ¿no deberíamos también explorar un poquito más en el aprendizaje de mejorar nuestro sentido de la explotación de los recursos naturales…?