Agua y amianto
{mosimage}Dicen que nunca llueve a gusto de todos. Está claro que últimamente no llueve agua, pero sí algunas reivindicaciones de trabajadores de Correos de Castelldefels, que tuvieron la oportunidad de manifestar en el Pleno del Ayuntamiento sus inquietudes.
El agua, la que ahora falta, fue la acompañante durante muchos años en las balsas de decantación que la fábrica de la Rocalla tenía en Castelldefels. Es bien cierto que ahora es absolutamente ilegal lo que hace 30 años era una panacea: el amianto. Lo ahora prohibido por cancerígeno puede permanecer en el subsuelo si no existe un tratamiento eficaz.
Las manifestaciones de los trabajadores que se sienten afectados por una inusual concentración de casos de cáncer quizá no sean definitorias. Pero tampoco se basan en falsedades. No queremos que se cree alarma en este caso. Ningún ciudadano de Castelldefels así lo quiere. Pero la definición de alarma es muy clara: "Inquietud, susto o sobresalto causado por algún riesgo o mal que repentinamente amenace".
Inquietud es lo que legítimamente sienten muchos vecinos nuestros. La transparencia es la única herramienta que puede tranquilizarlos. Con mucho menos dinero de lo que cuesta una campaña publicitaria a las que el Ayuntamiento nos tiene acostumbrados, se podría sufragar un estudio independiente que nos saque a todos de dudas.
Si el riesgo existe, habremos dado el primer paso para acabar con él. Si no es así, como todos deseamos, el dinero público se habrá utilizado de forma eficiente. Y mientras tanto, que llueva, por favor.