Cobardes
{mosimage}Fue la primera palabra que se me ocurrió. Como cada mañana, al entrar en el baño para ducharme, puse la radio, pero Gregorio Benítez y su jefe no hacían las acostumbradas bromas en tono jocoso y pensé enseguida “algo no va bien”, y agudicé el oído mientras intentaba regular el agua: ETA había colocado de nuevo una bomba, esta vez en un cuartel y había matado a un guardia civil.
Mi cerebro la repetía con rabia: “cobardes, cobardes, cobardes…”. Y mi memoria me hacía relacionar esa palabra con las declaraciones de José Corbacho, a propósito de la presentación de su película también titulada Cobardes*: “Todos somos valientes y cobardes”. Pues no, Corbacho, los hay que sólo son cobardes. En la entrevista que te hacían comentabas: “Porque no creemos en la vida en blanco y negro, sino cargada de grises”, y estoy de acuerdo contigo en casi todo, pero no respecto a ETA.
“Cobardes, cobardes, cobardes…”. Porque son 40 años matando y sembrando terror cotidiano. Lo acabo de escribir y me corre un escalofrío por la coincidencia: yo también cumplo este año 40, así que llevo toda mi vida escuchando, viendo, leyendo noticias de hombres, mujeres, niños y niñas asesinados -823 para ser exacta-, de familias desgarradas y de personas que viven constantemente extorsionadas.
Triste cumpleaños para nuestra sociedad: “Cobardes, cobardes, cobardes”.
Carme Sánchez Martín
* Por cierto, película recomendable e imprescindible para entender el viejo fenómeno del bulling.