A propósito de la Voz

A propósito de la Voz

{mosimage}Hace poco tiempo. Sí, realmente, hace poco tiempo para que pueda conocer las intimidades de este lugar, los secretos, las razones de casi todo. Soy lo que vulgarmente se llama un novato. Y esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por una parte, la ignorancia sobre temas y circunstancias probablemente muy divulgados; por otra, la ausencia de prejuicios sobre estas mismas cuestiones.

Por ejemplo, para muchos que, como yo, han vivido la mayor parte de su vida durante la segunda mitad del siglo pasado en una ciudad, la voz nunca podía ser una revista, un periódico, un foro de opinión. Para mí la voz del siglo XX, la voz popular del siglo fue Frank Sinatra. Ese Frank que montado en su “My Way” cabalgaba “Por una vez en su vida” persiguiendo bajo el “Viento del verano” que podría —¿por qué no?— ser también nuestro viento “Algo estúpido” sin duda como “Mrs. Robinson”. Y esto es un ejemplo evidente de mi descolocación ante La Voz.

Y he buscado soluciones con los infinitos planteamientos que se pueden dar a esta palabra. Algunas aceptaciones bonitas, simpáticas, románticas. La voz del viento podría ser una de ellas. Otras no tanto, como la fuerza que adquieren algunas cosas sólo y exclusivamente por la opinión común. Y demasiadas sería terrible aunque ya no serían voces sino gritos. A mí, personalmente, me gusta mucho más hablar a media voz y siento cierta nostalgia por el murmullo, el susurro o el consuelo junto al oído en esa zona en que se confunden, afortunadamente, los besos y las palabras. Os aseguro que, aun reconociendo matices, los prefiero a clamar en el desierto que no es otra cosa que cansarse en balde o trabajar inútilmente.

Pero esto es la vida (That’s Life). Y voy a volver con Frank Sinatra para dejar de sentirme un “Extraño en la Noche” (y en el día) y me gustaría pronto ser capaz de encontrar la voz que pueda cantar Castelldefels como si fuera New York, New York… en un nuevo y brillante hit internacional.

O así me lo parece.