Actor/Director
{mosimage}En el tema de los actores que se pasan a la dirección mi referencia siempre ha sido Charles Laughton, un actor inmenso (en todos los sentidos) que con un físico más bien poco agraciado supo encontrar su espacio y convertirse en todo un clásico. Supongo que ya sabéis que Laughton dirigió una única película protagonizada por Robert Mitchum que se tituló “La noche del cazador” y que es una de esas obras maestras imperecederas e imprescindibles. Laughton es, pues, la representación más potente de todos aquellos que, tras curtirse en el oficio de ponerse delante de una cámara, probaron las mieles y las hieles de ser el máximo responsable tras ella y salieron victoriosos en el intento. De los otros, de los que los films no fueron tan buenos también hay ejemplos y os citaré dos: Forest Whitaker que ha dirigido cuatro películas (entre ellas “Esperando un respiro” 1995 y “Siempre queda el amor” 1998) y Ana Belén que en 1991 adaptó el libro de Carmen Rico-Godoy “Como ser mujer y no morir en el intento”. Aunque si queréis un ejemplo de aquí mucho más cercano al Sr. Laughton siempre podéis revisar la filmografía de Laura Mañà especialmente “Sexo por compasión” (2000).
{mosimage}En el momento de redactar estas líneas, hay en nuestras carteleras dos películas de dos actores metidos a esto de dirigir: uno es el señor del anuncio del café y ahora del Martini, Don George Clooney; y la otra una actriz de “casa nostra” que ya había hecho un corto delicioso titulado “Laila” y algunas cosas para la televisión como el documental “Gala” y que responde al nombre de Silvia Munt.
La película del señor Clooney nos llega con el más bien poco afortunado título de “Ella es el partido”, versión castiza del original “Leatherheads” (en referencia a los cascos de cuero que llevaban inicialmente los jugadores de fútbol americano profesional). A ver el film fuimos porque el amigo Georges nos engatusó divinamente en “Buenas noches y buena suerte” y siempre es estimulante seguir la pista a gente que promete.
Pero “Ella es el partido” no creo que esté a la altura y lo que en su película anterior era elegancia, inteligencia y buen tratamiento del tema, aquí se queda en una peliculita casi tonta (de latón la calificó un crítico) que no acaba de llevar a puerto nada de lo que inicia. Incluso el trailer de promoción nos engaña: nos vende un duelo entre dos grandes personajes, una mujer que es la repera y un análisis de los inicios de la profesionalización del deporte; pero nada de esto hay en el producto final: los personajes parecen caricaturas de sí mismos pero con bastante poca gracia, la Zellweger no da el pego ni como mujer fatal, ni como devoradora de hombres, ni como guerrera con faldas en un mundo de machos; y lo que podía haber sido un interesante documento sobre lo que se perdió y se ganó con la profesionalización del deporte se queda en un telón de fondo y cuatro anécdotas de los protagonistas. Y es una pena porque la película arranca bien: una escena de fútbol universitario multitudinario contrasta con lo cutre de un partido profesional, de ahí a un entrenamiento de estos últimos sencillamente magistral con el protagonismo absoluto de una hermosa vaca y unas cuantas imágenes fijas recién envejecidas bastante bien encontradas. Después, el film pulula entre el cine de época, las pelis de los hermanos Marx, algo de “Con faldas y a lo loco”, un pelín del “O brother” de los hermanos Coen y algunas cosas a los que ya no llego y no recuerdo. Para todo ello Clooney utiliza casi dos horas que a mí se me hicieron bastante largas y que me aportaron bastante poco.
La película de la Silvia Munt no tiene nada que ver con aquella, aparte de ser los dos actores metidos a dirigir. “Pretextos” es una película densamente depresiva en la que sus personajes hablan constantemente y lo hacen siempre con ese tono del que solamente vive porque sufre. Es difícil la oferta de la Sra. Munt porque plantea una historia de diálogos excesivamente teatrales y todos miran incesantemente al vacío mientras recitan el texto para sí mismos; si el espectador está dispuesto a ver los personajes a través de sus palabras (exclusivamente) la película puede funcionar, si no, mejor no pagar al entrada. Eso sí, “Pretextos” demuestra que su directora sabe lo que se trae entre manos y, al revés de lo que pasaba con la de Clooney, el conjunto está por encima de las partes y la película deja ese sabor de obra meditada, trabajada en cada detalle y bien facturada. Contribuye a ello la exquisita fotografía de David Omedes y las enormes tablas de sus intérpretes (un magnífico Manuel Alexandre, la excelente Laia Marull, el versátil Ramon Madaula y la propia directora, una excelente sufridora). El principal problema de la película es que es demasiado depresiva y que se toma demasiado en serio las neuras de sus personajes; qué grandes posibilidades se hubieran abierto dando más cancha por un lado al personaje del hijo (sereno y contundente grabando todos los sonidos de su alrededor) que hubiera dado el contrapunto natural que no tiene el film, y por otro lado al del hermano interpretado por Álex Brendemühl, el único que sonríe y parece feliz, que piensa en cosas tan terrenales como viajar a la China y que expresa con sencillez y clarividencia lo que todos piensan (“a ver si haces un musical que esto es un coñazo” le suelta a su hermana en el estreno).
En fin, dos obras que podían haber dado mucho más de sí y dos actores que demuestran que en esto de la dirección tienen mucho y bueno que decir. A esperar la siguiente que, indudablemente, iremos a ver.