Copias y calcomanías

Copias y calcomanías

{mosimage}Supongo que, a estas alturas, todos saben lo que es un remake pero, por si acaso, le he preguntado al señor Google y me ha llevado a un blog http://librodenotas.com/cineatopicazos en el que un señor llamado Manuel Haj-Saleh se explica de esta manera: ¿Qué es realmente un remake? A grandes rasgos se trata de una nueva versión de una película estrenada años atrás que, normalmente, gozó de gran éxito en su momento (aunque no siempre es así). Las condiciones para que se pueda denominar de este modo son simples: debe mantener la trama principal de la película original, debe darse crédito al guionista de aquella, y debe reproducir fielmente el tono tratado en dicho film (es decir, una parodia no se consideraría remake). Es por eso por lo que no siempre podemos tomar como remake una nueva adaptación al cine de alguna novela, obra de teatro o cualquier otra publicación, pues aunque el material de partida es el mismo pueden dársele enfoques completamente diferentes.

Los remakes no son cosa nueva, pero desde que los guionistas han dejado de ser asalariados de la industria y se les ha relegado a escondidos espacios de los créditos (hay notables excepciones, por supuesto), el tema de rehacer películas ya hechas ha cogido fuerza y se ha convertido en práctica habitual en lugar de hecho ocasional. No es extraño, pues, que los escritores hayan dicho basta y se hayan levantado en armas en una huelga beligerante y generalizada. La actual escasez de ideas en la empresa cinematográfica, provocada (entre otras cosas) por la desaparición de la figura del guionista como pieza clave en el proceso de creación y por la falta de riesgos que se asumen, llevan a echar mano de secuelas, precuelas (casi nada el invento), versiones del director y, por supuesto, remakes. Y si volver a hacer una película puede tener sentido para modernizarla, revisarla, mejorarla, o simplemente homenajearla… ¿qué sentido tiene hacer una copia totalmente calcada del original? Y si además se la das a dirigir al mismo director, ¿qué sentido tiene gastarse el dinero si el único cambio es el de poner otras caras y que estas hablen en otro idioma? Claro, que esas caras son suyas (de ellos, de los yanquis, de los que ponen el dinero) y el idioma el suyo, el inglés (que ahora parece el de todos). Me parece a mí que es como hacerse una casa nueva, exactamente igual, pero cambiándola de color… ¿no sería más fácil pintar la que ya tienes? Pues eso es lo que se ha hecho con "Funny games": la misma película, la misma historia, los mismos planos, pero en inglés (al menos con "Abre los ojos", por poner un ejemplo, cambiaron el nombre y el director).

Pero lo más triste: mientras la primera cinta, la producción austriaca que se hablaba en alemán, se distribuyó en unas pocas salas y la vio un público reducido; la segunda, la producción estadounidense hablada en inglés se vende a bombo y platillo y se exhibe en una veintena de salas (en Barcelona) centros comerciales incluidos.

No sé si la copia mejora o empeora el original, supongo que ni uno ni lo otro; pero me parece tristemente representativo del panorama actual y demuestra que nuestro mercado (culturalmente bien diferenciado del anglosajón) está diseccionado por una costumbre tan poco recomendable como la de apreciar únicamente lo que es propio y excluir sistemáticamente lo foráneo.

Si he de ser sincero, he de reconocer que no me atraen las revisiones y que no he visto prácticamente nada: ni el remake de "Abre los ojos" (de título terrible donde los haya) ni la fotocopia en color que Gus Van Sant hizo de "Psicosis", por poner dos ejemplos populares; y supongo que tampoco me pillarán en la calcomanía de "Funny games" ni en la futura versión de "Los cronocrímenes" de Nacho Vigalondo. Primero porque por una cuestión ética, deberíamos pensar a quién le damos el dinero de nuestra entrada cuando vemos uno de estos films, qué potencia estamos engordando, qué tipo de cultura consolidamos y a cambio de qué estamos haciendo tanta aportación. Y segundo porque habiendo visto el original, paso de fotocopias.

Os recomiendo, pues, que os paséis por el videoclub y os cojáis el original de Haneken; seguro que no os dejará indiferentes porque es una película brutal, incluso sádica sin ser gore, que (jugando con apariencias pulcras y formas educadas) sumerge al espectador en una violencia degradada, dolorosa, ante la que la impotencia es tan terrible como el dolor y la tragedia que se intuye.

Y, por supuesto, nada de esperar al remake de "Los cronocrímenes". El film de Vigalondo bien se merece un pase por taquilla y, además, esta versión no necesita ni subtítulos ni doblajes. Vale la pena esta pequeña pieza que juega a hacer ciencia-ficción con cuatro duros y sin efectos especiales; un film diferente aunque transite lugares ya visitados, ágil e ingenioso en su planteamiento, valiente en su resolución. Quizás no sea la película del año, pero es un film que no sabe a ya visto y demuestra que el cineasta que descubrimos en el corto "A las 7:35 de la mañana" tiene muchas cosas que decir y buenas maneras para hacerlo.

O sea, si tenemos un coche que es (o será) un clásico, no lo vendamos porque no nos gusta el color; pongámoslo en manos de un buen chapista y que le dé una mano de pintura, que, además de más sensato, es mucho más ecológico.