Es solo fútbol
{mosimage}Escribo este artículo pocas horas después de que la selección española de fútbol se haya proclamado campeona de Europa. El éxito es tremendo para el fútbol español, las sensaciones han sido maravillosas, el recuerdo de todo lo vivido tiene pinta de ser imperecedero, al menos en la memoria colectiva de todos aquellos que nos ilusionamos con un triunfo de estas características. Y, por fin, me puedo sentir orgulloso de un grupo de chicos con los que me identifico por cuestiones futbolísticas pero también generacionales y, si se me permite la expresión, hasta por cuestiones “paisajísticas”.
Porque mi “paisaje” de vida cotidiana me acerca mucho más a Xavi, Casillas y Güiza que a Schweinstiger, Arxhavin o Cristiano Ronaldo. Porque igual que yo lloré cuando la selección perdió la final del Campeonato de Europa Francia-84, tengo la sensación de que del rostro de Palop también cayó aquella fatídica noche alguna lágrima de desazón. Comparto con todos y cada uno de los internacionales de la selección una forma de entender el fútbol, una forma de comunicarnos con el resto del mundo, un territorio común tanto de símbolos como de convicciones profundas. Me siento orgulloso del talento futbolístico que desprenden todos ellos, de su talante respetuoso hacia el contrario, de su entrega y garra constante, de su apego a las emociones –en el reconocimiento por ejemplo de figuras como las de Arconada o el fallecido Genaro Borrás. Y también me enogullezco de la sed de victoria que han mostrado durante todo el Campeonato recién finalizado.
Gracias a ellos, a Iniesta, a Cesc, a Sergio Ramos, a Torres, a Villa, a Senna, a Silva, etc… por fin he podido saciar mi sed de reconocimiento internacional a través de este juego que tanto me maravilla cuando presenta una factura tan perfecta. Porque en su ejecución han sido unos maestros, porque no se puede desplegar un fútbol tan refinado y tan preciso en todos sus detalles, porque no se puede mostrar más superioridad que la que ellos han demostrado apabullando a todos sus rivales. Y me alegro por mí y por todos los que fuimos niños y crecimos siempre con la frustración de las derrotas en los Europeos y Mundiales de fútbol… Y me alegro por mi hijo Joel que compartió conmigo los saltos de alegría y la emoción del gol de Torres, que no olvidaremos jamás. Y me llena de alegría este triunfo porque me permite reconciliarme con los colores de una camiseta, con su escudo, con el valor colectivo de una bandera. Y no por lo que pueda significar siguiendo una perspectiva puramente política. Que tomen nota los políticos y opinólogos nacionalistas, sean de la índole que sean: ESTO HA SIDO SOLO FÚTBOL. MARAVILLOSO, EMOCIONANTE, TIERNO, BELLO, POÉTICO, HISTÓRICO… PERO SOLO FÚTBOL.