Luis Buñuel, poeta
{mosimage}Por poco que no esforcemos siempre hay una fecha en nuestro calendario para conmemorar. El pasado 29 de julio hizo 25 años de la muerte de Luis Buñuel Portolés, uno de los personajes españoles más interesantes del siglo XX.
Su padre fue Leonardo Buñuel González, originario de Calanda (Teruel), población en la que tenía un negocio de ferretería y donde se casó con María Portolés Cerezuela, con la que tuvo siete hijos.
Luis Buñuel pasó toda su infancia en Zaragoza, donde estudió con los Jesuitas hasta que acabó el bachillerato a los 17 años. Más tarde partió para cursar estudios universitarios a Madrid, para ello se alojaría en la Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza en la que permaneció siete años. Allí Buñuel trabó amistad con Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez, entre otros.
En esta época publica cuentos en revistas de vanguardia y tenía preparado un libro que los recopilaba con el título de Un perro andaluz. Muchas de las imágenes de sus escritos de estos años, previos al surrealismo francés, pasarían a su cine, en donde alcanzó renombre universal. Lo que, tal vez, alguno no sepa es que Buñuel también escribió poesía, a la que aplicó, como a casi toda su obra, el dicho de André Bretón: Lo más admirable de lo fantástico es que lo fantástico no existe, todo es real. Una primera aproximación a su obra poética, probablemente, nos deje confusos. Buñuel es original y diferente al resto de poetas españoles de su época. Según palabras del profesor Juan Carlos Ibáñez, el artista tiene "una voluntad decidida de desprecio hacia los efectos poéticos tradicionales. Existe un deseo consciente de buscar la expresión más modesta y aséptica posible para desterrar el irracionalismo y la sentimentalidad de corte romántico o postmodernista. En este sentido podemos observar que el interés del poema, para el lector, no reside en absoluto en la belleza de las imágenes, sino en la circunstancia de convertirse en un espectador activo. El poeta descuida la palabra para centrarnos en la acción. La poesía se convierte en guión cinematográfico y el discurso poético en montaje. La lírica se encuentra muy cerca de la prosa meramente descriptiva y el objetivismo tiende a ser descarnado (muy pocos adjetivos)." Juan Carlos Ibáñez acaba diciéndonos: "La técnica busca desarraigarse tanto de la emoción que provoca la supuesta belleza del lenguaje, como de la que se produce por la cercanía o asimilación de un drama más o menos ingenioso. La prosa y la poesía romántica del XIX hablaba al corazón, a los sentimientos. Los poetas del purismo y el neorromanticismo, pese a sus juegos de artificio intelectual, siguen por ese camino. Buñuel, en busca de un nuevo romanticismo, esta vez aséptico, intenta mostrar siempre la crueldad de la vida con vistas a un análisis reflexivo."
Y aquí os dejo, para que opinéis, Palacio de hielo del poeta Luis Buñuel: Los charcos formaban un dominó decapitado de edificios de los que uno es el torreón que me contaron en la infancia de una sola ventana tan alta como los ojos de madre cuando se inclinan sobre la cuna. Cerca de la puerta pende un ahorcado que se balancea sobre el abismo cercado de eternidad, aullando de espacio. Soy yo. Es mi esqueleto del que ya no quedan sino los ojos. Tan pronto me sonríen, tan pronto me bizquean, tan pronto SE ME VAN A COMER UNA MIGA DE PAN EN EL INTERIOR DEL CEREBRO. La ventana se abre y aparece una dama que se da polisoir en las uñas. Cuando las considera suficientemente afiladas me saca los ojos y los arroja a la calle. Quedan mis órbitas solas sin mirada, sin deseos, sin mar, sin polluelos, sin nada; Una enfermera viene a sentarse a mi lado en la mesa del café. Despliega un periódico de 1856 y lee con voz emocionada: "Cuando los soldados de Napoleón entraron en Zaragoza en la VIL ZARAGOZA, no encontraron más que viento por las desiertas calles. Sólo en un charco croaban los ojos de Luis Buñuel. Los soldados de Napoleón los remataron a bayonetazos."