Mariposas

Mariposas

{mosimage}Yo no sé si alguna vez han sentido dentro del estómago como un vuelo de mariposas inoportuno. Es una sensación muy selectiva que se produce en momentos específicos y particulares. En determinados ambientes son frecuentes, característicos y  muchas veces identificados como nervios, cosa que creo no debe confundirse. Nervios se tienen cuando uno ha de enfrentarse a situaciones comprometidas, difíciles; cuando es preciso improvisar, cuando no se está preparado para afrontar un problema determinado y se es consciente de ello. Pero todo esto no son mariposas en el estómago. Los nervios se ven, se notan, se manifiestan de alguna manera, se palpan; las mariposas son invisibles para los demás y a veces hasta para uno mismo pero están ahí, revoloteando indefectiblemente aunque sólo sea durante un instante, a veces largo, pero un instante o unos instantes solamente.

El escenario de un teatro, por ejemplo, y no sólo la noche del estreno; a veces más noches, más días, semanas… Las luces de la sala se han apagado mientras las del escenario deslumbran como nunca a pesar de la experiencia. Estoy convencido de que, en este momento, a más de uno de los actores le apetecería echar a correr hacia otro lugar sin detenerse mientras su cuerpo fuera capaz de hacerlo; abandonar este espacio estrecho entre bastidores donde tantas veces se acumulan auténticas bandadas de mariposas. Después, ya en escena, las mariposas, afortunadamente, desaparecen y el estómago del actor o de la actriz se liberan.

A veces, no sé por qué, se me ocurre pensar que, aunque sé que las hay, me gustaría ver más mariposas en otras muchas circunstancias antes de llegar a la hora de la verdad. Y pienso en salas de congresos, en Plenos municipales, en Consejos de Ministros, en órganos de decisión en momentos en que una resolución puede ser trascendental para muchos; en Palacios de Justicia, en Frentes Monetarios de todo tipo, en explotaciones laborales y deportivas y en tantas cosas más… Me cuesta creer que no hay, quizá, suficientes mariposas que sepan revolotear en estos escenarios. Tal vez lo que faltan sean estómagos capaces de albergarlas. Como dice Lucía Etxevarria, seguramente entonces, eso que llamamos justicia dejaría de ser una injusticia sometida al favor de unos pocos.

O así me lo parece.