La homeopatía en los niños

La homeopatía en los niños

{mosimage}"Cuando llegué a mi casa, con cinco medicamentos recién comprados en la farmacia, todos para mi niña, me dieron ganas de llorar".

Así se expresó una madre, cuando me trajo a la consulta por primera vez a su hija de 16 meses. Esta niña presentaba problemas crónicos de salud ya conocidos y fue mi turno detectar algunos pequeños problemas más.

Por este motivo y mi creciente preocupación, me gustaría hacer algunas consideraciones sobre la eficacia de la Homeopatía en el tratamiento de las enfermedades infantiles.

La homeopatía es la mejor medicina preventiva, ya que una cosa es curar un cuadro agudo y otra es evitar la recurrencia de la enfermedad cuando se hace crónica.

Este es un privilegio de la Homeopatía Unicista ya que tiene medicamentos llamados constitucionales que son capaces de modificar el "estigma patológico" que todo niño lleva en los genes transmitidos por sus ancestros, y que muchas veces se manifiesta durante los primeros años de vida.

Este resultado terapéutico indiscutible provoca un equilibrio en su energía vital, mejoría de su estado inmunológico y un cambio en la sensibilidad ante las agresiones emocionales que puede sufrir en el ambiente en que vive.

La homeopatía "sana" los más variados estados alérgicos que cada vez con mayor frecuencia atormentan a los niños los primeros años de vida (eczemas, bronquitis asmática, rinitis, etc.)

Este aspecto positivo de la homeopatía es reconocido por muchos pediatras alópatas que recomiendan el tratamiento con la medicación infinitesimal, en lugar del más cruento y aleatorio del tratamiento alergista.

Tratar enfermedades infecciosas de cualquier gravedad sin la administración antibiótica. Esta consideración esta en consonancia con la preocupación de las asociaciones médicas por el abuso de antibióticos y la resistencia microbiana a los mismos, que provoca una gran dificultad en el tratamiento de procesos infecciosos graves.

Asimismo la eficacia de la homeopatía en el tratamiento del sarampión, varicela y otros procesos virales es muy superior al que ofrece la medicina pediátrica oficial. El testimonio que ofrecen las historias clínicas de numerosas epidemias con el tratamiento homeopático lo confirman.

Mejorar cuadros clínicos de psicopatías graves como autismo, miedos, tendencias destructivas y agresivas, fobias, etc., casi siempre en colaboración con métodos psicoterápicos adecuados en cada caso.

El homeópata sabe respetar las fuerzas curativas naturales que tiene en su organismo el niño y que tratan de superficializar la enfermedad hacia zonas corporales menos importantes para preservar las funciones de los órganos imprescindibles para la vida. El ejemplo más común es el tratamiento supresivo de las enfermedades de la piel por pomadas corticoides, que interrumpen el mecanismo de curación y desencadenan posteriormente la localización del proceso mórbido en órganos más profundos.

Por parte de los padres, ¿qué espera el homeópata?
Ante un cuadro agudo, no medicarlo por su cuenta, respetar la fiebre (los lactantes pueden ser una excepción ante fiebre muy elevada) y colocarlo en reposo y dieta hasta que vaya a la consulta.

Si el niño es llevado a la consulta homeopática afectado de un padecimiento crónico, no deben pretender la curación en las primeras consultas, ya que han iniciado un tratamiento natural y la naturaleza tiene sus tiempos.

Su colaboración es fundamental ya que debe transmitir en la forma más fiel posible los cambios psicofísicos que trae aparejada la enfermedad y ,sobre todo, indagar sobre la repercusión anímica del niño.

Ante el uso cada vez más difundido de las vacunas que reciben los niños, el homeópata reclama la observación por parte de los padres de posibles efectos secundarios, los cuales pueden ser leves y de resolución espontánea o por el contrario, más graves y afecten por largo tiempo la salud del niño. Dentro del arsenal terapéutico homeopático contamos con medicamentos útiles para contrarrestar de forma eficaz tales trastornos.