Los niños también sufren de estrés
{mosimage}Eso de que los niños viven bien porque no tienen problemas es una leyenda urbana. Por supuesto que los niños también padecen de sintomatología psicológica tal y como les pasa a los adultos. Ellos también tienen un entorno social frente al cual han de responder: sus profesores y padres les plantean exigencias y cuando ellos no son capaces de responderles, aparece la frustración y, como síntoma, el estrés.
Para ser totalmente conscientes podríamos ponernos unos instantes en la mente de un niño de 6 años; su vida se encuentra sometida a cambios constantes tales como la ausencia de sus padres debido al entorno laboral, inicio de escolaridad, vuelta al colegio, cumplir horario de llegadas, jornada escolar muy extensa, cambios de profesores, etc, además de la exigencia constante por parte de los padres y profesores de que se porte bien, de que haga caso, de que atienda en el cole, etc.
Visto de lejos, estos acontecimientos nos quedan muy lejanos a los padres como experiencia personal, pero para un niño este ambiente puede convertirse en muy estresante además cuando gran parte de las veces aparecen dificultades añadidas tales como problemas en la escolaridad, problemas de salud y/o problemas de comportamiento.
El deseo de un niño es llevarse bien con sus padres para discutir con ellos lo menos posible y así lo quieran mucho, pero resulta que el niño no sabe cómo llevar a buen puerto su deseo. Intenta e intenta, pero es un fracaso constante ya que siempre acaba portándose mal…, como buen niño que es.
Así, siempre acaba siendo regañado, esto produce ansiedad y angustia ya que él no es hábil para encontrar otro recurso que le permita hacer caso a sus padres. Por supuesto, el niño no es consciente de todo este proceso, él solo es consciente de la sensación final de frustración. A veces parece que los castigos no le afectan, pero eso nunca es cierto, todo afecta a todos, y más a un niño que no tiene una estructura de personalidad lo suficientemente sólida como para soportar dicho conflicto, lo que ocurre que ante la imposibilidad de resolverlo, el niño hace como que no está pasando, esto se llama mecanismo de defensa.
A veces, es difícil darnos cuenta de este estrés infantil, pero si nos entretenemos en mirar un poco más adentro de los más pequeños, encontraremos los motivos por los cuales el niño no puede respondernos como nosotros desearíamos. Pero siempre habremos de tener en cuenta que el cambio es posible.
Mónica Dosil
ISEP Clinic
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