Mujeres frente a hombres
{mosimage}No sé si hay un cine de mujeres con características propias actualmente en nuestro país, pero films como “Mataharis”, “Siete mesas de billar francés” “Una palabra tuya” o “El patio de mi cárcel” (por citar cuatro) demuestran que el terreno del cine (del buen cine) ya no es exclusivo de los hombres
1.- Mujeres frente a mirones
Cuando uno piensa en ir a ver una película como “Los años desnudos. Clasificada X” teme encontrarse con dos cosas: o una comedieta ligera, intrascendente y olvidable como aquella de “Perdona bonita pero Lucas me quería a mí” con la que se estrenaron Ayuso y Sabroso (los directores de aquella) o algo entre lo cutre, lo paródico y lo erótico pretendiendo actualizar, revisar o juzgar un cine o una época. Nada que ver con lo que el film nos ofrece. A los autores de la obra no parece interesarles analizar el pasado, ni siquiera cuestionar los hechos… se trata de dibujar a unas mujeres que pretenden salir adelante en un mundo de hombres en el que no parecen tener cabida como personas íntegras e independientes; una quiere ser actriz, otra madre de familia y la tercera disfrutar de la vida. Tres mujeres que acabarán siendo foco de miradas lascivas y de repulsas puritanas, objeto de deseo de mirones y reprimidos que les permitirá mejorar económicamente pero sin salir de su condición de mujer supeditada al hombre en un mundo demasiado lastrado por demasiados años de intolerancia. Incluso los destinos finales de cada una serán variados y dispares, pero en ningún caso finales felices y complacientes, aunque el personaje de Candela Peña guarde una cierta esperanza de futuro. Sin ser un gran film, “Los años desnudos” nos dibuja con nitidez e inteligencia una época o, al menos, una parte de ella. Años en los que se confundieron destape y progreso y en los que (como dice un personaje) todavía no había hombres que merecieran a estas mujeres. Correcta en sus formas, sin aspavientos pero efectiva, la película pivota con certeza alrededor de unas actrices muy en su papel y se complementa con actores de la talla de Antonio Torres, que nos vuelve a ofrecer un personaje rico en matices, de esos que en principio son una cosa y termina siendo algo diferente, toda una lección de interpretación que junto a “Una palabra tuya” lo convierten en excelente candidato a un goya, por lo menos.
2.- Mujeres frente a matones
¿Es “Sólo quiero caminar” una continuación de “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, primer y cuarto film de Agustín Díaz Yanes? Es posible, pero poco importa. El personaje que se conserva (la Gloria interpretada por Victoria Abril) tiene ahora un hijo, tres hermanas de sangre, un atraco pendiente y un montón de matones enfrente. Y en eso sí coinciden los dos films, en el retrato de unas mujeres enfrentadas a la brutalidad de varones sin escrúpulos pero que no pierden por ello ni una pizca de coraje, ni de aplomo ni de feminidad; no se trata de decir tacos y escupir a lo “Teniente O’Neill”, ni de ser meros iconos sexuales a lo “Ángeles de Charlie”, nada que ver. A Díaz Yanes le interesa el clima, lo salvaje de una ciudad como Méjico D.F., el desprecio por la vida de los matones de turno, la incertidumbre de un mañana al que posiblemente ya no llegues; y, sobre todo, el espacio que estas mujeres se hacen en esta sociedad de machitos y matones. Por eso el film se inscribe de lleno en el thriller, versión cine de atracos y es la preparación y la ejecución del golpe lo que da sentido a la película y a las historias que se cuelan en ella: amistad, venganza y amor poco convencional; historias que se desarrollan con garra y que terminan siendo lo mejor de la obra.
Encuentro excelente los papeles y las interpretaciones de Victoria Abril y Ariadna Gil (esta última nunca antes habló tan poco y dijo tanto), un poco excesivo y forzado el de Pilar López de Ayala (que aun así lo mantiene creíble) y me fascinó Gabriel, el personaje de Diego Luna, el que más y mejor evoluciona a lo largo del metraje y que podría haber sido el eje principal del relato; de hecho, es su personaje y el de Ariadna los que rematan la historia en un final intenso y contenidamente trágico.
Demuestra Díaz Yanes que controla los entresijos del género y que sabe crear y mantener el pulso adecuado. “Sólo quiero caminar” es, sin duda, un producto sólido, dos horas que se pasan en un suspiro, espectáculo del bueno, como ya lo fuera su tarjeta de presentación, la muy interesante “Nadie hablará de nosotras…”. O al menos, a este que firma, se lo pareció.