¿Qué hay de lo mío?

¿Qué hay de lo mío?

{mosimage}En los últimos meses he podido saber a través de los medios de comunicación que la Generalitat de Catalunya intenta ajustarse el cinturón, por mor de la crisis económica, pero a veces no le sale. Debe de ser por la erótica del poder, que todo lo “trempa” cuando de tirar de Presupuesto se trata. El mes pasado se daba a conocer el dato de que para el año 2009 Montilla y compañía piensan destinar 2,2 millones de euros para gastos de representación en el extranjero. Resulta que nuestro gobierno catalán tiene varias “embajadas” repartidas por el mundo, y los gastos de su mantenimiento subirán en un 63% según contemplan los Presupuestos de la Generalitat para el próximo ejercicio. Al parecer, los catalanes necesitamos mantener delegaciones, oficinas y misiones exteriores, por si algún día somos algo más que un pueblo con lengua propia en el mapa geopolítico mundial…

La segunda partida presupuestaria que me ha desconcertado es la destinada al famoso “tuneo” del coche oficial del Presidente del Parlament, el Sr. Ernest Benach. No contento con viajar diariamente de Barcelona a Reus a bordo de un comodísimo coche oficial, valorado en unos 110.000 euros, Benach tiró también de talonario oficial para añadir unos extras en su vehículo. La factura que hemos abonado por ese concepto ascendió a 20.000 eurazos del ala. Todo valía, supuestamente, con tal de que el presidente del Parlament pudiera viajar por nuestra geografía disfrutando de un televisor portátil, un cómodo reposa-pies y una mesita plegable. Finalmente, y ante las críticas vertidas incluso por compañeros del propio ejecutivo catalán, Benach reconoció su error prometiendo “desentunear” su coche de lujo; lo que curiosamente volverá a generar unos gastos de taller que seguiremos financiando los “paganinis” de siempre.
Es posible que alguien pueda pensar que estas noticias no reflejan la realidad global del trabajo diario de nuestros gobernantes. No todos los políticos se encuentran tan alejados de la realidad. Algunos son conscientes de las dificultades económicas a las que nos tenemos que enfrentar diariamente los sufridos contribuyentes. Y tampoco me gustaría anclarme en una posición demagógica, intentando calcular a cuántos médicos se podría pagar con el dinero de las famosas “embajadas”, o cuántos ordenadores podrían ser comprados con los 20.000 euros del tuneo de un coche oficial. Pero la irritación va en aumento cuando, como padre de un alumno del CEIP Josep Guinovart de Castelldefels, compruebo año tras año que la partida presupuestaria prometida para la construcción de sus instalaciones nunca llega a hacerse realidad.

Este centro escolar, situado en unas instalaciones  deficientes a todas luces, se halla purgando su provisionalidad desde hace ya cinco años. Primero, en el recinto escolar de Can Roca y desde el año pasado en la ubicación del antiguo Lluís Vives. La promesa de las administraciones competentes situaba en el horizonte de septiembre de 2009 el inicio de sus actividades en el nuevo edificio, que estará situado en unos terrenos de la zona de Ca n’Aymeric. En cuestión de semanas los integrantes de la comunidad educativa del Guinovart conoceremos si la Generalitat ha tenido a bien concedernos un par de millones de euros, en su habitual reparto de pedreas financieras. Los Presupuestos de 2009 hablarán, y entonces sabremos si la creación de una escuela que dignifique el trabajo de los profesores y dote de calidad la enseñanza que allí se imparta, es o no un valor a tener en cuenta por nuestros gobernantes progresistas. Si los dos millones de euros que supone la construcción del nuevo CEIP Josep Guinovart no llegan, no podré evitar pensar en cuántos coches oficiales tuneados deben pulular por ahí sin que hasta ahora hayamos tenido constancia de su existencia. Y tampoco podré evitar imaginarme la sufrida vida funcionarial de esos abnegados trabajadores de nuestra Administración, que se ven obligados a vivir “desterrados” en las embajadas catalanas situadas en ciudades tan poco atractivas como París, Londres, Berlín o Nueva York.