Encontrar el sentido a la vida
{mosimage}El tiempo va pasando inexorablemente, año tras año, a veces vamos tan deprisa y estamos tan ocupados resolviendo las cuestiones que se nos presentan cada día que no hacemos una pausa que nos permita preguntarnos: “¿Qué sentido tiene mi vida?”. Quizás nuestro “pequeño yo”, que conoce bien aquello que le hace sufrir, prefiere no preguntarse nada porque sabe que si lo hace, no encontrará una respuesta que le satisfaga y le permita seguir alimentándose del aferramiento a todo lo que es efímero y, por lo tanto, sin sentido.
Sin embargo, hay un ruido subterráneo en nosotros que sí que nos hace esa pregunta, ese eco de fondo que no acostumbramos a escuchar proviene de una identidad más amplia que la del yo pequeñito y cuando le prestamos atención, nos permite pararnos, respirar hondo y darnos cuenta de que el sentido de nuestra vida viene de trascender nuestros intereses particulares y contribuir a que quienes nos rodean sean también felices. Si esa voz interna nos hablara, y nos permitiéramos escucharla, nos diría: “Mi felicidad no es independiente de la de los demás ni mi sufrimiento tampoco”.
Si a modo de claves pudiéramos enumerar lo que contribuye a que encontremos el sentido a nuestra vida, hablaríamos de desarrollar las siguientes capacidades:
- Vivir el aquí y el ahora. Esto significa que podemos tener un norte hacia el que encaminarnos, pero con la conciencia de que lo único que tenemos verdaderamente es el presente
- Aceptar cómo somos. La aceptación lejos de ser resignación significa “reconocer lo que es” y, desde ahí, evolucionar abrazando “nuestro lado luz y nuestro lado sombra”. Esta actitud constructiva hacia nosotros es la que nos permite abrirnos a los demás y tener relaciones satisfactorias, de lo contrario proyectamos en los otros lo que no aceptamos en nosotros mismos, nuestra sombra, y este es el origen de muchos de los conflictos con las personas que nos rodean.
- Afrontar los miedos. Aprender a no alimentar en nuestra mente aquello que nos produce temor con pensamientos que nos limitan y pasar a la acción en el presente, solo así nos damos cuenta de cómo el miedo se transforma en otra cosa y aquello que anhelamos se va haciendo realidad.
- Fomentar las emociones positivas. Podemos construir nuestra vida sobre la base de estados mentales que nos conecten con los demás y nos ayuden a estar bien con nosotros mismos. En nosotros está la capacidad de cultivar el amor, la tolerancia, el respeto, etc.
- Darse permiso para ser feliz. Tal vez no lo sepamos, pero podemos decidir ser felices, porque la felicidad va más allá de experimentar buenos momentos.
Y ahora que despedimos el año y le damos la bienvenida a otro nuevo, tal vez sea el momento de decidir vivir con otra mirada, aquella que nos permita transitar la vida con el sentido que da saber que puedo decidir ser feliz y escoger la actitud con la que quiero caminar en cada instante de mi existencia.
Susi Lizón
Psicóloga nº col 9317 Tel 936365130
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