José Luis Giménez-Frontín en el recuerdo
{mosimage}El pasado 13 de octubre, José Luis Giménez-Frontín presentó en la librería La Central del Raval su último libro. Era el libro de memorias “Los años contados” (Bruguera, 2008) en el acto intervinieron Eduardo Mendoza, Anna Caballé y Ana Maria Moix. El autor vierte en él sus vivencias personales e intelectuales y recrea el paisaje de su ciudad en una crónica donde refleja una época y el sentimiento colectivo de la misma. La suya es una visión serena, cuando no amable, en donde nos va desvelando sus recuerdos lejos del dogmatismo y morbo tan característicos de la época que nos ha tocado vivir. Es de agradecer.
El 21 de diciembre José Luis falleció de una rápida y brutal enfermedad. Su muerte tuvo un amplio eco en toda la prensa nacional ya que Giménez-Frontín fue cofundador y presidente de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (actualmente era secretario general), miembro de la Asociación Internacional y la Asociación Catalana de Críticos de Arte y había sido vicepresidente del Centro Español de Derechos Reprográficos.
Su importante trayectoria cultural le había valido la condecoración de Chevalier de l'Ordre National du Mérite francesa, como traductor había abordado obras de Lewis Carroll, Flannery O'Connor, Maurice Nadeuau, Jean Jaurès, Salvat-Papasseit y Roselló Porcel. En los años 1981 y 1991 ganó el Premio Ciutat de Barcelona de Literatura en lengua castellana por los poemarios "Las voces de Laye" y por la novela "Señorear la tierra" y en 2006 obtuvo el Premio Esquío de Poesía por "Requiem de las esferas”.
Unos días antes de su fallecimiento, el 24 de octubre, en el que sería su último acto público, estuvo invitado en nuestra tertulia de El Laberinto de Ariadna, en ella nos desgranó uno a uno sus versos en un acto, que las circunstancias, ha vuelto inolvidable para todos los que asistieron.
Su desaparición ha dejado un gran vacío en el mundo intelectual y será recordado no sólo como un poeta, narrador, traductor, ensayista y dinamizador cultural, sino también como un gran defensor de los derechos de los autores.
Quiero repetiros las palabras de algunos de sus amigos. Así, Anna Caballé ha dicho: “Hay quien dice que los amigos verdaderos, al irse, nos dejan un último regalo, una lección de vida más que de muerte. No lo sé. A mí su muerte me llenó de espanto y sigo sin comprenderla. Su amistad me ha abrigado en los últimos años como una tela cálida y de pronto vuelvo a sentir el frío de la intemperie. Pero sí es cierto que, con ese frío en el cuerpo, la ausencia de José Luis me ha obligado a hacer una íntima revisión de conceptos: si la vida puede transformarse en polvo con tanta rapidez hay que saber muy bien qué se hace con ella. Adiós, amigo”.
O las palabras de Eduardo Mendoza: “Pocas cosas puedo decir en público sobre José Luis que tengan sentido para mí. Nos conocimos hace cincuenta años, nos hicimos amigos de inmediato y no hemos dejado de serlo nunca. Es toda una vida, y una vida poco convencional. Pero la amistad no admite perspectiva, es algo que se vive de día en día, aunque las circunstancias impongan a veces periodos de separación más o menos largos. En estos días se ha repetido que vivió una vida intensa y plena. Es cierto, todo le interesaba, en todo se metía, incluidos algunos líos. Nada le salió gratis. Pero verlo así es considerar también que con su desaparición se ha cerrado un círculo que él supo trazar con mano firme. No hay tal cierre. No hay tal círculo. Sólo una línea rota, un amigo perdido, el resto es silencio”.
Felipe Sérvulo
fservulo@hotmail.com