Padilla
{mosimage}En marzo Castelldefels tendrá un nuevo alcalde. Antonio Padilla deja su cargo, se jubila y como ya sucediera hace siete años, a mitad de legislatura el PSC-PSOE designará un nuevo cabeza de cartel al frente del ayuntamiento de la ciudad. El elegido es Joan Sau, actual concejal de Urbanismo y Obras. Padilla accedió al cargo en junio de 2002, y se da la curiosa circunstancia de que pocos meses después, en septiembre de ese mismo año, unas terribles inundaciones asolaron la ciudad y dejaron tras de sí unos cuantiosos daños materiales. Muchos vecinos tuvieron que ser realojados, fuera de sus hogares, y la ciudad cobró una gran notoriedad informativa por estos lamentables sucesos. Aquellos primeros meses liderando la política local no fueron fáciles, y como si el destino quisiera reservarse un nuevo guiño catastrofista con el alcalde saliente, los últimos días de Padilla en el consistorio también han tenido su sobresalto meteorológico. El pasado 24 de enero las rachas huracanadas de viento, por encima de los 100 km/h., dejaban un rastro de destrucción que perdurará en el tiempo en la fisonomía urbana de nuestra ciudad.
Pero no busquen aquí una metáfora, a partir de la cual podamos extrapolar el carácter catastrófico de esos fenómenos naturales con el paso de Antonio Padilla por el Ayuntamiento de Castelldefels. Más bien al contrario. Si por algo se ha caracterizado su acción de gobierno ha sido por el “perfil bajo” de su dirección política. Al tomar la vara de mando, en junio de 2002, pacificó un consistorio que se hallaba de espaldas a la ciudadanía, y en gran medida, totalmente enfrentado a movimientos vecinales que demandaban un cambio radical en la gestión de los recursos públicos. Padilla aportó ese viraje con mesura, con una gestión en la que primara el sentido común, y en la que se replantearan los objetivos prioritarios de la inversión pública. Se deshicieron proyectos estrambóticos como el parque acuático o el campo de tiro; y se fijaron como prioridades las infraestructuras hidráulicas, la urbanización de los barrios y la dotación de más servicios esenciales tanto en sanidad como en educación. Además, durante estos siete años de gobierno el PSC ha ampliado su base de apoyos políticos en el ejecutivo local, con la incorporación de concejales tanto de ICV-EUiA como de CiU, en un tiempo difícil por el marco autonómico en el que esos pactos han llegado.
Ahora, en el momento del adiós, todo eso hay que anotarlo en el haber de un buen gestor del trabajo municipal; un hombre que no será recordado por ser un polo de atracción para las masas, tampoco por dominar la arena política con el arte de la oratoria. Pero yo a un político lo que le pido es que no malgaste los fondos públicos, que trate de garantizarme una escuela digna, unos servicios sanitarios acordes con el nivel impositivo que soporto; que haga que la ciudad en la que vivo se convierta en un lugar donde prime la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. Y creo sinceramente, al margen de valoraciones partidistas, que Padilla puede ser recordado por tener todos esos objetivos como única meta política de su gestión al frente del Ayuntamiento. En el plano personal, me gustaría desearle que le vaya bonito. Que disfrute de su jubilación y que tenga salud y mucha suerte.