Velocidad variable, multas constantes
{mosimage}En el pasado Pleno del Ayuntamiento de Castelldefels, el Partido Popular presentó una propuesta para suprimir la medida de la velocidad variable y del límite de los 80 km/h, la cual no prosperó gracias al voto en contra de PSC, ICV-EUiA y ERC. Recientemente, la velocidad variable se ha implantado en la autovía (C-31) y autopista (C-32), aunque deberíamos llamarla “velocidad reducible” ya que la medida impuesta consiste en ir reduciendo la velocidad desde 80 km/h hasta un límite mínimo de 40 km/h, pero nunca permite aumentar la velocidad si las condiciones del tráfico o la contaminación son adecuadas.
Sin embargo, esta medida va en contra del propio Reglamento General de Circulación y de la Ley de Seguridad Vial, las cuales prohíben circular por este tipo de vías a velocidades tan bajas. Desde principios del año 2008, la Generalitat, a través del Servei Català del Trànsit, puso en marcha el límite de 80 km/h en todas las vías de acceso a Barcelona, con el objetivo de reducir los atascos, la contaminación y aumentar la seguridad, pero ninguno de estos objetivos se ha cumplido gracias exclusivamente a esta medida. De hecho, el año pasado aumentó el precio del gasóleo (32,75%), disminuyeron las ventas de coches (28%) y descendió el uso del vehículo privado (8,7% menos según la encuesta de movilidad de la Región Metropolitana), lo que ha provocado que en nuestras carreteras circulen menos vehículos. En toda España, afortunadamente se han reducido las víctimas por accidentes de tráfico en un 20%, sin implementar la limitación de los 80 km/h, y de todas las personas que perdieron la vida, el 75% fue en carreteras de la red convencional (es decir, carreteras que no son autovías ni autopistas).
Ante estos hechos, cabe preguntarse por qué no se ha cumplido el objetivo de reducir un 25-30% la contaminación como había augurado el govern de la Generalitat (únicamente se ha bajado un 3,5%), ni por qué no han descendido los atascos y los accidentes de manera más significativa. Por tanto, al circular menos coches podríamos decir que proporcionalmente las tasas de contaminación, accidentes y aglomeraciones de vehículos no han disminuido sino que, más bien, han aumentado.
Lo que sí que efectivamente se ha multiplicado son los RADARES y la MULTAS. En el año 2008, el número de radares en Cataluña aumentó en un 37,5%. Por otro lado, durante el primer semestre de 2008, la Generalitat recaudó el doble que en el año 2007 por multas de tráfico. Por ello, parece clara la apuesta de la Generalitat de perseguir a los conductores e invertir en métodos más efectivos para sancionar y recaudar, en lugar de gastarse nuestro dinero en arreglar los numerosos puntos negros y las deficientes infraestructuras que son las principales causantes de los accidentes de tráfico y de los atascos. No obstante, lo fácil y barato es poner un radar en vez de solucionar los problemas. Y para colmo, los transportes públicos suben sus tarifas muy por encima del IPC (la tarjeta T-10 ha subido un 7% este año). ¿Qué quiere el Sr. Montilla y sus socios?¿Que vayamos en burro al trabajo? A este paso, nunca mejor dicho, lo van a lograr.