Diario de un indígena

Diario de un indígena

{mosimage}Coincidiendo con el décimo aniversario de “La Voz de Castelldefels”, uno de sus columnistas recopila algunos de sus artículos en un libro que este mes sale a la venta. “Diario de un indígena” es un resumen cronológico de aquello que a nuestro articulista le ha ido motivando con el paso de los años. Gregorio ha crecido junto a nosotros, pues es uno de nuestros colaboradores más antiguos y fieles. Su firma aparece impresa en el diario desde el primer año de nacimiento de “La Voz de Castelldefels”. Ahora sus opiniones y experiencias trascienden un poco más allá de estas páginas y formarán parte del paisaje editorial local.

{mosimage}¿Cómo surge la idea de glosar en un libro algunos de tus artículos en “Diario de un indígena?
Este proyecto nació hace algunos meses, el pasado verano. Intercambiando sensaciones un buen día con Óscar López, el editor de “La Voz”, él me habló de la celebración del décimo aniversario a finales de 2009. Y, conjuntamente, decidimos que podíamos hacer algo especial,  en el marco de este cumpleaños tan significativo de vuestro periódico. Y al final decidí que mi aportación podría ser esta, la de dedicarle tiempo a la hemeroteca personal. Así, comencé a extraer aquellos textos que pudieran ser los más representativos de esta última década.

Es un libro especialmente interesante para aquellos lectores que te siguen número tras número en “La Voz de Castelldefels”. ¿Se podría interpretar esta obra recopilatoria como una condensación de parte de tu vida, de tu historia en la ciudad?
Pues sí. Mi identificación con la ciudad es indudable. Nací en ella, en el hogar en el que todavía hoy residen mis padres; crecí en sus arterias, en sus calles llenas de campo de hierbajos; me formé académicamente aquí, también me enamoré en uno de sus cines, ya desaparecidos –el Montecarlo–; y finalmente  me casé y he tenido a mis hijos en Castelldefels. Tengo 37 años y no concibo mi vida fuera de su paisaje urbano. En varias ocasiones, algunas personas, que me siguen a través de “La Voz”, consideran que mis críticas son excesivas hacia algunos aspectos relativos a la vida en la ciudad. Yo siempre trato de hacerles entender que mi voluntad nunca es destructiva y que, en todo caso, mis opiniones siempre parten de mi condición de ciudadano. No pretende crear ningún dogma ni político ni intelectual con mis textos. No son más que el fruto de la opinión particular de un ciudadano de Castelldefels, que se siente muy vinculado a ella.

¿Ahora quizá se entienda el porqué del título de la obra publicada: ”Diario de un indígena”, no?
Es importante el subtítulo también, para que nadie se lleve a cierta confusión con la simple lectura del título. La obra sale publicada como “Diario de un indígena”, pero a continuación se puede leer “Nacido en Castelldefels”, porque ahí es donde radica el origen de mi condición de indígena. Indígena, no de una tribu selvática del Amazonas, tampoco de una llanura perdida en medio del continente africano, sino de una ciudad moderna, a tan sólo 20 kilómetros de una gran urbe europea como Barcelona. Ah, por cierto, lo del nacimiento en la ciudad no es ninguna licencia literaria o metafórica, sino que realmente mi madre me tuvo en su casa, en un piso de la calle Guillermo Marconi. A la hora de elegir el título, tuvo mucho peso la opinión de mi amigo Jordi Navarro, profesor de Historia y un gran historiador local. Al reunirme con él por primera vez para presentarle mi proyecto, y pedirle que me prologara el libro, se quedó prendado con el título original de una de mis primeras columnas publicada en “La Voz de Castelldefels”. Se llamaba “Diario de un indígena”, y databa del año 2001. Decidí que ese sería el primer artículo recopilado y Jordi me hizo ver que era un magnífico broche para “colgar” en la portada del libro. No me lo pensé dos veces.

Después de una década de colaboraciones y más de un centenar de artículos de opinión, ¿con cuales te quedarías? ¿Qué textos destacarías por encima del resto?
Para “Diario de un indígena” he seleccionado treinta columnas, un tercio de todo aquello que ha salido publicado en “La Voz”. Y se podría decir que hay dos líneas temáticas muy diferenciadas. Por un lado, hay unos textos nacidos con la voluntad de ser una fotografía instantánea, de algo que en aquel justo momento acontecía en Castelldefels; y, por otro lado, me he encontrado con algunos artículos que eran fruto de un momento personal, de algún suceso que marcó mi vida en aquel preciso instante y que con el paso de los años ha dejado una huella imborrable en mi memoria. Estos dos aspectos son los que más han pesado a la hora de hacer la selección definitiva de los artículos.

En los textos más íntimos y personales vuelcas parte de tu vida con el relato de algunos momentos muy felices. Otros no lo han sido tanto. Pero también hay una revisión de tu pasado, un recuerdo nostálgico de tus años de infancia.
Algunos de los episodios más felices de mi vida, como el nacimiento de mis hijos, han aparecido en “La Voz” y también forman parte de esta recopilación. Son licencias personales que me he permitido, porque me sentía con la necesidad de plasmar en unas líneas un sentimiento muy profundo. Igualmente eso me ha sucedido con la desaparición de personas queridas. He llorado escribiendo algunos de esos textos, pero sentía la necesidad de entregarme a ellos. Y en otros he intentado refrescar mi memoria más iniciática, aquella que está marcada por los recuerdos de mis primeros pasos por las calles de la ciudad; por cierto, una ciudad que nunca volverá a ser la misma gracias a su enorme transformación en los últimos treinta años.

¿El adiós de Agustín Marina, los efectos devastadores de algunas inundaciones, la polémica sobre la contaminación acústica del aeropuerto o la gran expansión urbanística de la ciudad también se encuentran recopilados en tu libro?
Temas, en definitiva, que creo que recogen mi sensibilidad como ciudadano, motivado por el entorno que le rodea a diario. La limitación de la velocidad en los accesos a nuestra ciudad, el problema de la prostitución, el civismo urbano en nuestras conductas más cotidianas, la presencia de Ronaldinho como vecino o la  trágica desaparición de un menor a las puertas de un colegio local. Estos son algunos de los argumentos que han ido apareciendo con el paso de los años en el periódico, y que ahora también quedan recogidos en “Diario de un indígena”.

Capítulo final para los agradecimentos. ¿De quién te quieres acordar en estos momentos?.
Bueno, para empezar tengo que agradecer la gran predisposición mostrada por Joan Lluís Amigó, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Castelldefels. La obra ha sido editada por el propio Ayuntamiento y, sin Joan Lluís, lo cierto es que el libro difícilmente hubiera visto la luz. Desde el primer momento mostró un gran interés en su difusión. Luego quiero acordarme de Jordi Navarro y de Ramon Josa. Jordi me ha prologado el libro y su ayuda ha sido inestimable para dotarlo de un cuerpo editorial definitivo. Ramón, por otro lado, me ha cedido unas fotografías, que sirven de soporte documental a algunos de los artículos. Y finalmente no me puedo olvidar de vosotros, de Óscar López y Lidia Tagliafico, los editores de “La Voz de Castelldefels”, dos amigos a los que tuve la suerte de conocer hace muchos años y que también han resultado fundamentales para este alumbramiento editorial.