La importancia de un buen asesoramiento en la empresa; asesores imprudentes
{mosimage}En nuestro mundo de asesores legales, contables, fiscales y laborales, existen dos parcelas verdaderamente diferenciadas. La primera de ellas, son los despachos de orden multidisciplinar cuyos titulares son economistas, diplomados en ciencias empresariales y abogados. Todos ellos se hallan amparados por unos estatutos colegiales y sometidos a unas normas deontológicas que les obligan a mantener un comportamiento del todo profesional ante el cliente; están ciertamente preparados y cuentan con personal de todas y cada una de las ramas citadas que aconsejan y asisten a los clientes de forma VERDADERAMENTE PROFESIONAL.
También hay aquellos otros que bajo la autodenominación de asesores fiscales, contables y/o laborales, realizan funciones de tales prescindiendo de todo lo dicho en el párrafo anterior, ofreciendo a sus clientes unos servicios que en la práctica se reducen a una mera mecanización de datos sin prestar asesoramiento ninguno y ni tan siquiera informándoles de que la llevanza de una empresa no se limita a cumplir con sus obligaciones tributarias. Pero lo que es más grave, es que la mayor parte de ellos –por no decir, todos- carecen de titulación específica o a lo sumo han hecho algún curso o cursillo de preparación sobre las materias citadas, que les facilitan ciertos conocimientos básicos pero en ningún caso en un plano de igualdad que les pudiera equiparar a los titulados citados en el párrafo anterior.
Tras los veinte años de profesión que tengo a mis espaldas, me duele exactamente igual que el primer día observar cómo ciertos seudoprofesionales actúan con tantísima ligereza y sin contemplaciones para con sus clientes, aunque afortunadamente creo que ninguno de ellos es uno de los profesionales titulados a los que he hecho mención, amén de que con ello constate mi mayor deseo.
Ver cómo se puede mantener la contabilidad de una sociedad durante cinco o seis años con los fondos propios en saldo negativo, me causa un gran estupor. Me voy a explicar mejor, los fondos propios representan en el Balance la parte del activo que pertenece al empresario y coincide exactamente con la diferencia entre los valores del Activo y del Pasivo. Estos fondos están constituidos por el Capital inicial; los beneficios no distribuidos hasta la fecha; menos las pérdidas de ejercicios anteriores, y el resultado del propio ejercicio por lo que, si la empresa presenta pérdidas año tras año, estos fondos van disminuyendo y, en este caso, ha de saberse que la vigente ley aplicable –sea cual sea la forma jurídica de la sociedad- dispone de forma clara e inequívoca la obligación de disolución de la sociedad o ampliación de capital cuando los Fondos Propios son inferiores a la mitad del capital social, es decir, que si se llega a esta situación hay que tomar medidas de forma urgente, dado que de oficio se puede plantear la disolución de la sociedad o lo que es más grave, si cabe, los administradores de la misma pueden llegar a ser responsables de forma directa y con su patrimonio privado de las deudas sociales. Por ello, voy a rogar a todos los lectores de este artículo que no ahorren en materias de este calibre ya que lo barato se vuelve carísimo y lo caro realmente baratísimo.
Tanto trabajo llegan a acumular estos despachos, en los que si unos no saben, su personal no puede o viceversa, que -debido a mi larga experiencia y amén de ser pesado- no dejaré de recomendar que hay que replantearse de forma clara e inequívoca, quién nos asesora, cómo lo hace y la forma en que nos trata. Porque esa máxima que dice “zapatero a tus zapatos” ha de obligar al empresario a conocer, sin ninguna duda, la forma de llevar su empresa o negocio, pero al asesor a saber asesorar.
Siempre he creído que el titular de un despacho profesional ha de saber más que todo su propio personal y, además, que ese centro de trabajo ha de ser multidisciplinar, con un personal adecuado para atender los asuntos encomendados por sus clientes. Es decir, cuando me refiero a despacho multidisciplinar lo hago respecto a la diversidad de materias que esos profesionales pueden o tienen conocimientos para atender.
Evidentemente, puede resultar más caro el servicio, pero la prestación de éste estará garantizada por un actuar mucho más profesional y conocedor de todos los sectores sobre los que deben hallarse perfectamente asesorados los empresarios y sus empresas, incluyendo en este apartado a los trabajadores autónomos.