La Ciudad
{mosimage}El verano echó el telón hace algunos días. Castelldefels volvió a ser un referente estival para mucha gente venida de fuera. Es inevitable. No podemos disfrutar de una de las mejores playas del litoral barcelonés sin “sufrir” el peaje de tener que compartir este tesoro natural con visitantes temporales. En la mayoría de los casos se trata de personas que llegan desde ciudades aledañas, viajan en vehículo particular y únicamente pasan el día en la playa. Esta avalancha diaria, especialmente a lo largo del mes de agosto, suele provocar irritación en los que somos habituales de ese espacio el resto del año. Dificultades de movilidad urbana, excesivo trasiego en las horas punta para entrar o salir de esa zona de la ciudad. Y para más inri, los comerciantes suelen “rascar” más bien poquito de esa presencia turística, puesto que la mayoría suelen “aterrizar” con el picnic casero en sus mochilas, sin mucho ánimo de consumir en nuestras tiendas y restaurantes. Pero esta es una estampa que no es exclusiva de Castelldefels. Los enclaves turísticos del litoral “sufren” cada año estas incomodidades, aunque por otro lado es esa afluencia masiva la que también nos sitúa en el mapa y nos hace estar en boca de muchas personas durante todo el año.
Este ha sido también el primer verano sin los “atractivos erótico-festivos” del Riviera y Saratoga a pleno rendimiento. Una mujer, una magistrada valiente y rigurosa con la ley, ha decretado recientemente la prórroga del cierre cautelar de estos prostíbulos. Seis meses más de cierre tras el último medio año de inactividad. Lo último que conocíamos, hace escasos días, era que la trama delictiva implicada en este caso solía mantener y prolongar el vigor sexual de las chicas allí esclavizadas a base de un variado cóctel de hormonas y medicación. Con informaciones así imagino que se acaban los debates acerca de si las prostitutas allí alojadas ejercían el sexo de pago de forma voluntaria o no. El cierre de estos antros supone una feliz noticia para el vecindario, para la ciudad en general y hasta para la condición humana. Con decisiones judiciales así la dignidad de muchas personas queda reconocida en un documento público.
Oficialmente se nos dice que el índice de delitos ha ido disminuyendo progresivamente desde el cierre de estos clubes de alterne. De ser esto cierto, quedaría probada también una cierta relación directa entre el ambiente que propician este tipo de negocios y el poco respeto a las leyes que emana de sus recintos. Por otro lado, este verano también ha sido un tiempo de convivencia con una ciudad levantada por las obras. A las ya tradicionales zanjas que jalonan las calles del barrio de Montemar, los vecinos hemos tenido que lidiar con los efectos colaterales del llamado Plan E del gobierno de España. El ejecutivo central y sus inyecciones económicas han llegado a Castelldefels para poner cierto orden y decoro urbanístico en muchos de sus puntos neurálgicos. Al margen de las incomodidades derivadas de estas actuaciones, creo que el examen ha sido superado con nota por los diferentes actores implicados. Las administraciones, por fin ejecutando obras públicas que vienen a mejorar nuestra calidad de vida diaria; y los ciudadanos, afrontando con paciencia infinita y moderado optimismo el cambio en la fisonomía urbana de la ciudad.
Y hasta en cuestiones del mundo animal Castelldefels ha sido noticia en los últimos meses. Por un lado, porque las medusas por fin han puesto rumbo a otras playas. Este verano ha sido el primero de muchos, en los últimos años, en que las picaduras no han abundado masivamente en nuestro litoral. Sea por cuestiones puramente climatológicas o por motivos ajenos a ello que se me escapen, la feliz noticia es que los bañistas hemos podido disfrutar plenamente del agua sin necesidad de acudir a un servicio de urgencias. Pero, por otro lado, el mosquito tigre ha seguido haciendo de las suyas, especialmente en algunos barrios, más sensibles a la presencia de este insecto. Nos tendremos que ir haciendo a la idea de que esta especie ha venido de tierras exóticas y que definitivamente lo ha hecho para quedarse entre nosotros. O actuamos contundentemente contra esta plaga o la convivencia con ella acabará siendo insufrible.