Estamos anclados

Estamos anclados

{mosimage}En psicología existe un efecto llamado Efecto Ancla. Simplificando, podríamos decir que es la tendencia que tenemos a quedarnos fijados en un número y mantenerlo en nuestra mente, no importando si está relacionado con la realidad o no. Por ejemplo, si durante unos años los pisos de la zona se vendían a más de doscientos mil euros y decidimos vender el nuestro hoy, siempre intentaremos hacerlo alrededor del número que tenemos anclado en nuestro pensamiento y no aceptaremos ofertas muy alejadas de ese número. Pero, en realidad, estamos anclados en el pasado y desafiando los datos objetivos que nos da la ley de la oferta y la demanda. Si existe mucha oferta de pisos en venta en esa zona, posiblemente el precio sea menor del que pensamos y, por lo tanto, no lo venderemos fácilmente porque estamos fuera de mercado.

También se usa mucho en las rebajas, las empresas nos anclan un precio para que el precio rebajado nos parezca más barato y, nuestra mente, al calcular la diferencia, cree que es una buena opción de compra. Nos decidiremos antes a comprar unos zapatos de cuarenta euros si nos hacen creer que valían cien euros, más que si valían cincuenta. En el mercado de acciones ocurre exactamente lo mismo, nos anclamos a los máximos y los mínimos de las acciones. Pensamos que un valor es barato porque antes valía el doble. Como estamos anclados, compraremos pero ¿quién nos ha dicho que su precio aún es alto y no responde al valor que representa en estos momentos?

El efecto ancla es una debilidad de la percepción humana que se produce en nuestro subconsciente. En consecuencia, somos fácilmente manipulables. Todo ello provoca que no estemos tomando decisiones racionales propias de un “homo economicus” y, además, éstas tengan una alta carga de influencia emocional. Aún nos estamos resistiendo a reconocer el cambio de circunstancias económicas y, entre otros aspectos, a aceptar la inevitable caída de precios de sectores como el mercado inmobiliario.  Como decía Unamuno: “Sólo los necios confunden valor y precio de las cosas”. Posiblemente, el valor sigue siendo el mismo, aunque el precio ha cambiado sustancialmente.

Seguimos parados en el semáforo mirando el retrovisor y añorando un pasado reciente más prometedor de lo que realmente ha sido. Para seguir adelante, hemos de entrenar a nuestra mente para que se libere del efecto ancla y viva en el presente. No es fácil.