Spanish movie
{mosimage}En el programa sobre cine que Dani Arizmendi y un servidor perpetramos cada viernes en Ràdio Castelldefels tenemos una sección a la que hemos llamado “cine aplomitero” (de palomitas pero con otro tono) y en la que incluimos los títulos propios de centro comercial y consumo de gran grupo, de esos sin pretensiones ni de cultura, ni de lenguaje, ni de mensaje ni nada de eso (sin que la inclusión en dicha sección suponga, necesariamente, un descrédito o una alusión a la falta de calidad, por supuesto). Como dice la cuña de presentación de dicha sección, es un cine que “seguramente nunca iremos a ver”. Pero, mira por dónde, siempre hay alguna película que nos interesa del lote y este ha sido el caso de “Spanish movie”, película 100% aplomitera y que hemos terminado viendo por diversas razones:
1. Javier Ruiz, el director de la función, es un joven de Viladecans al que conocemos personalmente, a quien tenemos gran afecto y de quien disfrutamos en una Mostra de Vídeo su excelente corto “Treitum”
2. Si la peli hubiese sido yanqui (o francesa) no nos hubiésemos gastado los seis euros de la entrada, pero resulta que por una vez alguien ha cogido una idea de allá (no va a ser siempre al revés), la ha traído para casa, la ha hecho propia y ha sacado un producto rentable. Y puesto que aquí nos tragamos cualquier cosa con sello USA, siempre está bien que alguien intente que el negocio se quede de fronteras hacia dentro.
3. La idea de coger un personaje de Almodóvar y meterlo en una película de Amenábar es, en principio, ingeniosa y apetecible. Para saber si es valiente y arriesgada, hay que ver la película y juzgar por uno mismo.
4. En estos tiempos que corren es peligroso juzgar a la ligera un producto que llega de la mano de lo mejorcito de la televisión. Superada la época en que televisión era sinónimo de segunda clase y teniendo en cuenta que el medio parece superar en creatividad e innovación al cine (o al menos a buena parte de él), calificar a algo de “televisivo” no tiene por qué ser negativo.
y 5. De vez en cuando, hay que ver cine sin mayor pretensión que el puro entretenimiento (aunque no te entretenga) y hacerte un poco a la idea del panorama general de la industria y de aquello que parece gustar en general. Y ya puestos, ¿por qué no con la película de Javier, que es un conocido?
Así las cosas acabamos en una sesión de las 8:30 a mitad de semana, en una sala con unas 25 o 30 personas, en su mayoría dispuestas a reírse un rato y comer unas palomitas. El resultado, la verdad, ni fu ni fa: algunos se rieron y otros no, casi todos comieron palomitas y nadie desertó antes de acabar la proyección. A la salida, algunos hacían cara de haberlo pasado bien y el grupillo que se sentó a mi lado estaba bastante indignado, no les había gustado nada y la consideraron “una mierda igual que las americanas”, en palabras textuales de la chica que más energía ponía en los comentarios. A mí, como al público de la sala, también me pareció ni fu ni fa: he de reconocer que me reí en algunas ocasiones; me pareció particularmente graciosa la escena en casa de Raimunda cuando llega borracho el marido (encontré sencillamente genial el efecto conseguido con una simple inclinación del decorado), la parodia sobre Geraldine Chaplin, el par de alusiones a “No es país para viejos”, el cameo de Belén Rueda o el momento en que (fugazmente) se ve al equipo de rodaje. No me gustó nada el personaje de Leslie Nielsen, algunos chistes escatológicos, el dibujo de los dos niños o algunas escenas colocadas con calzador porque, simplemente, había que colocarlas.
Quizás la cosa hubiera ido mejor si se hubiese desligado algo más de sus modelos americanos y hubiese optado por una historia con menos gags y más historia propia, creando un hilo narrativo coherente, con personajes propios si es necesario, y con vida propia al margen de las películas a las que parodia.
Y es que al espectador de “Scary movie” los films aludidos me parece que le dicen más bien poco; y al espectador de las películas parodiadas la saga “Aterriza como puedas” me da la impresión que tres cuartos de lo mismo. O sea, una película que se queda un poco en terreno de nadie, entretenida sí, pero olvidable y en cierto modo fallida.
Como siempre, todo depende de lo que uno pida a cambio de sus seis euros.