De adultos y niños
{mosimage}Qué lejos han quedado los tiempos en que la diferencia entre cine infantil y cine adulto era nítida y clara. Quizás los adultos nos hemos puerilizado, o será que los niños han madurado a base de pantallas, o simplemente que la industria sabe que hay que contentar tanto a las criaturas (destinatarios del producto) como al adulto (obligado acompañante del anterior), o de todo un poco…
Sin duda sigue habiendo películas de marcado signo infantil (“Nico, el reno que quería volar” es un claro ejemplo de estos días) y, por supuesto, las de exclusividad de adultos (sin referirnos al porno, desde luego); pero, cada vez más, encontramos títulos que no se sabe muy bien a qué tipo de público va dirigido. Dos títulos recientes me han suscitado la cuestión: “Donde viven los monstruos” de Spike Jonze y “Número 9” de Shane Acker.
“Donde viven los monstruos” tiene el planteamiento de una película para niños: un menor de protagonista, un conflicto en el mundo de los mayores, un viaje fantástico a una isla, unos monstruos pobladores de la misma… pero es más bien una película para adultos que habla de los niños: el protagonista está visto desde la óptica del autor; el conflicto está presente pero no se explica nada de él (como si se diera por sentado que es una situación ya conocida), el viaje está resuelto en unos pocos planos de marcado carácter realista, y tanto la isla como los monstruos se mueven en un terreno ambiguo entre la fantasía pura y la realidad camuflada (de hecho, los monstruos son como gigantes muñecos de peluche con alguien dentro y, a la vez, tienen una carga de realismo realmente contundente). La temática es poco apta para los más pequeños que difícilmente entenderán el discurso y su finalidad y que, probablemente, no encontrarán suficientemente satisfactoria la propuesta visual. Y es que Jonze trata de poner en el centro la rabia, la anarquía, la desilusión y la necesidad de no se sabe bien qué; frente a la ilusión, la esperanza, la magia y el buen rollo que suelen caracterizar las películas sobre y para la infancia (a Disney me remito, por ejemplo).
“Número 9” es, por su parte, una obra de animación en la que nueve muñecos de trapo son los únicos supervivientes al apocalipsis provocado por la guerra entre humanos y máquinas. Tiene el film un extraordinario tratamiento visual, una animación impecable, fascinante, y un diseño de decorados exquisito y abrumador; es, en definitiva, una película visualmente perfecta. Luego la narración es de un ritmo vertiginoso que no da descanso al espectador y que para sí quisieran algunos films que se califican de acción. Pero me da que tampoco es una película para niños: demasiado oscura, demasiado brutal en algunos momentos y algo abstracta en otros, sin las concesiones amables y suavizadoras de toda película infantil. La verdad es que el discurso resulta un tanto simple para una película de adulto y que, queriendo llegar a todos un poco, también se queda (en cuanto a contenido) en terreno de nadie. Pero tal y como ocurría con “Donde viven….”, es una cinta diferente, con valores propios, inteligente y bien pensada, estimulante y alejada de productos adocenados. Por algo las salas de “Nico, el reno…” y “Avatar” estaban llenas y en la de ésta éramos 8 personas, una pena, pero ya sabemos que el personal va a lo seguro y lo arriesgado vende poco, al menos en principio.