El teatro del pueblo

El teatro del pueblo

{mosimage}La mañana se presentaba fría pero soleada, tras aquellas puertas, tranquilo y recién estrenado, nos esperaba el teatro. La curiosidad estaba a la orden del día y para contestar a todas nuestras preguntas, tuvimos la suerte de contar con Joan Lluís Amigó, 4º teniente de Alcalde de Cultura, Actividades y Programas Transversales Ambientales. Se abrieron las puertas y una tras una, las componentes de la coordinadora de AMPAS de Castelldefels, fuimos accediendo al hall. Ante nuestra atenta mirada, el señor Amigó comenzó con las explicaciones pertinentes y enseguida nos contagió su entusiasmo.

La ubicación del teatro no podía ser mejor, al lado del tren y en el corazón del pueblo, pero también su mayor desventaja, el ruido. Por eso se construyó una gran caja que lo aísla y para aguantarla, 36 columnas con amortiguación que evitan las vibraciones exteriores. Ante tales instalaciones, no se puede evitar pensar en los retos cumplidos.

Bajamos las escaleras y accedimos a la sala de exhibición, un espacio para la formación. Ante aquellos espejos, pasarán los alumnos de la escuela municipal de danza entre otros, quizás algún día, gracias a estas instalaciones, podremos presumir de haber apoyado el arte, en su expresión más dulce. Al llegar a las salas de ensayo, observamos que ostentaban con gran orgullo un nombre propio, la sala de Carmen Amaya, la de Adolfo Marsillach y la de Pepe Rubianes, al que siempre recordaremos con especial cariño. Vimos los camerinos y el almacén, pero nos reservaban lo mejor, el escenario. Frente a nosotros se abría un amplio abanico de butacas, cuatrocientas una más dos de movilidad. Impresionaba pensar cómo sería estar allí subido, ante todo ese público, inspirarlos, captar su atención y lo más importante: no defraudarlos.

Para finalizar, tan solo recordar un camino, el que lleva desde la taquilla a la butaca, corto para el espectador, pero tan lleno de recovecos, como ganas tenga uno de descubrir otra forma de dar vida a los sentimientos del ser humano. Por eso, como decía Séneca: “La vida es como una obra de teatro: no es la duración, sino la excelencia de los actores lo que importa”.

Clara Fernández
Secretaria de Coordinadora de AMPAS Castelldefels