Austeridad estructural
{mosimage}¿Es consciente nuestra administración municipal de que el dinero que administra es de los contribuyentes? ¿Entienden nuestros gobernantes la responsabilidad de manejar un presupuesto de 67 millones de euros?
La austeridad en la gestión de una administración pública debe formar parte fija y firme de su estructura, más allá de la coyuntura económica favorable o desfavorable. La eficiencia y la eficacia dependen, en gran parte, de saber obtener los mejores resultados utilizando los menores recursos posibles. La tutela y gerencia escrupulosas de los caudales públicos son imprescindibles, si nos proponemos no sólo mejorar los servicios que se precisan en esta ciudad, sino por puro y necesario ejercicio ético en la gestión municipal. Dirigir, gobernar y administrar una ciudad con criterios de eficacia, eficiencia, economía y equidad requiere honradez, voluntad política, capacidad y aplicación sistemática de un principio de austeridad estructural. Sin ello nos podemos encontrar ante un tipo de corrupción muy solapado. Se trataría de una corrupción en la gestión diaria de la administración, con presunta cobertura legal, que acompañada de la incompetencia de los gestores, arrasa las arcas de las administraciones públicas.
Vivimos tiempos en que la mayoría de los ciudadanos han y habrán de observar una austeridad rigurosa y forzosa. Mientras, ¿qué austeridad practican nuestros gobernantes? El paro, los recortes salariales y el cierre de empresas se extienden por todo el país. Algunos dirigentes políticos empiezan, al fin, a predicar ajustes del gasto público y, entre otras medidas, prescindir de los famosos cargos de “confianza”. Pero, los concejales de esos mismos partidos, que gobiernan en Castelldefels, defienden todo lo contrario. Alguno de sus portavoces en este Ayuntamiento ha manifestado que no pueden renunciar a sus cargos de confianza, “¡¡¡pues con ello aumentaría el paro!!!”. Parece un chiste, pero es rigurosamente cierto.
De hecho, la honradez en la gestión debe manifestarse también en una austeridad estructural que excluya, rigurosa y escrupulosamente el despilfarro de la hacienda pública.
Màxim Costa
AVVIC