Densidad e intensidad temporal

Densidad e intensidad temporal

{mosimage}Vuelvo a enfrentarme a la página en blanco para escribir el artículo en este periódico y me parece que ha pasado una eternidad desde la última vez, aunque objetivamente sólo ha sido un mes.

El tiempo tiene esa capacidad de dilatarse y de contraerse dependiendo de las expectativas y también de la densidad de las vivencias, y este último mes ha sido muy denso en experiencias y sentimientos.

Experiencias trágicas y tristes como la del atropello mortal en el apeadero de nuestra ciudad. Sentimientos de impotencia ante el séptimo aniversario del secuestro de de los dos cooperantes españoles por Al Qaeda en el Magreb Islámico en Mauritania, y aflicción por la muerte de la cuatro cooperantes en Perú.

Decepción e indignación por la sentencia del Estatut, sorpresa ante el baile de cifras de la manifestación del 10 de julio y expectación ante la nueva etapa que se abre.

Alegría dosificada por la periodicidad de los partidos de la selección española en el mundial de fútbol, que se desbordó en la final ante el gol de Iniesta que la proclamó vencedora.

Un cúmulo de experiencias colectivas, además de las familiares y personales, que provocan sensación de intensidad y magnitud, ralentizando el tiempo y provocando desgaste emocional porque, generalmente, son más las vivencias que van a p arar al saco etiquetado con “emociones negativas” que los sacos de “emociones neutras” o “emociones positivas”.

Esperemos que la canícula de este siguiente mes venga acompañada de menos emociones negativas y más positivas, aunque me apuesto cualquier cosa de valor, a que entonces se me pasará demasiado rápido.

Carme Sánchez Martín