Oportunidades

Oportunidades

{mosimage}Cada vez que me encuentro con mi amigo Edison, el brasileño, no para de sorprenderme. Lleva tres años entre nosotros y, a pesar de que llegó al inicio de la crisis, puedo afirmar que le ha ido razonablemente bien.

Aunque siempre ha estado ligado al mundo de la hostelería, ha cambiado unas seis veces de trabajo y, normalmente, está en varios sitios a la vez. Ahora, trabaja durante la semana en un sitio y en otro los fines de semana, además de un pequeño negocio que está empezando. Cuando le pregunto si tiene tiempo para dormir y descansar, afirma que es demasiado joven y ha de aprovechar las faenas que le permiten enviar dinero a casa, además ha de esforzarse mucho para ahorrar y comprarse un lugar para vivir con los suyos.

Sin duda, su manera de pensar encierra un gran secreto que descubrí después de pasar varias horas con él. Tiene la habilidad de ver siempre la parte positiva, buscar posibilidades y creer que aquí existe mucho potencial. Además, cuando si ve que algo es viable, entra en acción. Pensamiento positivo y acción, dos armas infalibles.

Cuando comentamos lo mal que está la economía en nuestro país desde hace unos pocos años, no lo entiende, él está convencido que es un país de oportunidades. Es como si hablásemos de dos lugares diferentes. Además, según él, no sabemos lo que es estar mal, vivir una situación penosa llegando incluso a pasar hambre y, en consecuencia, como él ha hecho, dejarlo todo y emigrar. Como tuve la suerte de vivir en su país casi una década, puedo llegar a entender la profundidad de sus palabras consecuencia de una situación nada halagüeña.

Sin duda, es el optimismo personificado. Se considera un afortunado no precisamente por tener trabajo, sino de que todo el mundo lo quiera a su lado. Su modestia le impide decir que tiene un áurea particular. No creo ni que lo llegue a pensar. Pero es bien cierto que cuando vas a un restaurante distingues rápidamente si la persona que sirve está allí por obligación o, porque tiene una vocación de servicio a los demás. Este es el tercer ingrediente de su fórmula de éxito.

Estar con él es disfrutar de un momento de esperanza puesta en práctica. Una vez más, me pregunto por qué nos pasamos la vida quejándonos y no podemos percibir la misma realidad que Edison ve. Cómo puede ser que quien acaba de llegar consiga trabajos que alguien de aquí ni conoce. Desde mi punto de vista, pueden existir varias causas: hemos estado acomodados y perdido ciertas habilidades de adaptación; o somos demasiado exigentes y no percibimos que algo ha cambiado; o nos aferramos al “statu quo”; o hemos perdido la cultura del esfuerzo que hasta hace poco teníamos.

No deja de ser curioso que tenga que venir alguien de fuera a demostrarnos que existen posibilidades.

Antonio Fdez Carracedo