Peligra el Estado de Bienestar
{mosimage}Últimamente, están proliferando los debates sobre el fracaso del Estado de Bienestar en Europa y su posible reestructuración. Incluso, los más críticos se atreven a promulgar su eminente desaparición. Con este artículo me gustaría recordar que el Estado de Bienestar, traducción literal del inglés Welfare State, es un concepto que cobró fuerza a partir de los años 30 cuando la crisis de Wall Street dejó en evidencia que el mercado no garantizaba una adecuada redistribución de los recursos y ni un crecimiento económico equilibrado. En realidad, fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando el importante crecimiento económico, la fuerte presión social y el sufragio universal hizo que el Estado interviniese en la distribución de recursos y la renta convirtiéndose así en el máximo responsable de la protección y cohesión social. El Estado de Bienestar tal y como lo conocemos tiene menos de un siglo.
El objetivo principal del Estado de Bienestar es preservar a toda la sociedad a través de la reducción de las desigualdades, la pobreza y, actualmente, la protección contra los riesgos del mercado de trabajo.
Hoy en día parece casi obvio tener seguros obligatorios, leyes sobre protección del trabajo, subsidio de desempleo, salario mínimo, servicios sanitarios, educativos, alojamientos subvencionados, sindicatos, asistencia social…, y evidentemente, son derechos adquiridos que nadie quiere perder. Sin embargo, existen muchos países que no los tienen. Si han visitado alguno de éstos, notarán enseguida esa desigualdad social que genera problemas de violencia, robos, extorsión, hambre…. A pesar de la situación económica actual, puedo afirmar que, comparado con ellos, somos unos auténticos privilegiados aunque muchas veces me da la sensación de que no se ha sabido transmitir el valor de tener todas esas coberturas en momentos críticos.
Ahora bien, este modelo de Bienestar Social sólo funciona bajo dos premisas: ha de existir crecimiento económico; y los subsidiados han de ser menos que los que subsidian. Si no es así, posiblemente se colapse. Todo ello provoca un alto gasto social que queda en manos del Estado y que se cubre vía impuestos. Por un lado, la sociedad quiere más y más servicios que tienen un coste pero, por otro lado, nadie quiere soportar esa presión fiscal.
Sin duda, tendremos que repensar la forma de financiación del Estado de Bienestar porque dudo mucho de que podamos prescindir de su función protectora y trasladar la responsabilidad a la sociedad. ¿Alguien se imagina la situación actual sin este tipo de políticas?
Antonio Fdez Carracedo