Biutiful, con B de Bardem y de Barcelona
{mosimage}¿Por qué me surge tras el visionado de “Biutiful” una extraña e improbable comparación entre el cine del recién desaparecido Berlanga y el de González Iñárritu, director de aquella? ¿Qué tienen en común figuras tan dispares? Más bien poco, la verdad, pero sí un par de detalles significativos: los dos basan una parte de la efectividad de sus cintas en unos actores solventes, en su sintonía, casi siempre mágnificos, capaces de mantener cualquier personaje y apuntalar casi cualquier situación (son los Cassen, López Vázquez, o Isbert de Berlanga y García Bernal, Penn, Del Toro o Bardem de Iñárritu, especialmente este último, sencillamente descomunal, arrollador, magnético, inconmensurable. También los dos directores de la comparativa alcanzaron cotas de genialidad cuando trabajaron a cuatro manos con sus guionistas: Rafael Azcona uno, Guillermo Arriaga el otro. A la primera pareja le debemos maravillas como “El verdugo”, “Plácido”, “La vaquilla”, “Tamaño natural” o “Vivan los novios” y a la segunda tres obras de gran calado: “Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”. Tanto unas como otras han contribuido a revitalizar y actualizar el lenguaje y las formas del cine de nuestros días.
En esta “Biutiful”, escrita a seis manos con Armando Bo y Nicolás Giacobone, se han perdido algunas de las señas de identidad del tándem Iñárritu/Arriaga y se ha optado por una estructura lineal, centrada en Uxbal, el personaje que interpreta Bardem, y con una narrativa más convencional. Se ha perdido en el camino buena parte de la brutalidad de los títulos anteriores, de su capacidad de impacto y esa sensación de montaña rusa que provocaba la variedad de personajes, las acciones entrecruzadas y su montaje de vértigo. Se hace “Biutiful” mucho más densa, más de primer plano cerrado y asfixiante, de cámara que parece echarse encima del personaje y que nos muestra cada uno de sus poros; uno llega a tener la sensación, al final de la película, que ha estado todo el tiempo pegado a Uxbal y que ha podido sentir el tacto de su ropa sucia, la degradación de sus espacios, la humedad y el frío que reina en su mundo. Se ha vendido “Biutiful” como un retrato de la otra Barcelona, la ciudad que no se muestra al turista, la que no sale en “Vicky, Cristina, Barcelona”, un dibujo del lumpen, de las mafias y del tráfico ilegal de personas. Me parece a mí que no es del todo correcto, que Iñárritu está interesado únicamente en su criatura y que utiliza el paisaje social no como elemento de análisis, sino como una excusa para someterla a una situación extrema, al límite, absolutamente insalvable.
En otras condiciones Uxbal hubiera sido un padre ejemplar, un buen vecino, seguramente universitario, hombre de provecho y excelente trabajador. Sin embargo, el director decide que todo sea torcido, difícil, trágico e inexorable; los guionistas juegan entonces a ser el dios que somete a su hijo a una desgracia tras otra, llevándolo a límites que (curiosamente) no llegan a derribarlo del todo. Es quizás este uno de los puntos débiles de la película: tanto sufrimiento, tanta traba y tanto problema resultan excesivos y en algunos momentos innecesarios, hubiera sido preferible (a mi parecer) algo más de moderación y haber explorado el lado amable, cariñoso y más humano que se intuye en los personajes, también en los hijos, la esposa, la mujer senegalesa… Me han encantado, eso sí, esos apuntes fantásticos en los que el protagonista habla con los muertos, esas mariposas en los techos desconchados, esos espíritus que vemos fugaces enganchados en el techo como si fueran globos perdidos por un niño, la figura del padre en el bosque nevado…, apuntes elegantes, sutiles, apenas indicados, que nos asoman a un mundo que se nos niega y que dotan a la narración de un aire inquietante y muy sugestivo.
“Biutiful” es una película dura, de las que te hacen sufrir y de las que dejan huella. No sales de la sala con las manos vacías. Pero también es una película en cierto modo fallida porque tenía elementos suficientes para ser un film impresionante, de los que te dejan sin aliento y te hacen surcos en el alma. “Biutiful” es un film que perturba y abruma, pero no llega a conmover; castiga pero no duele, hiere pero no sangra.
Fernando Lorza