Cuento de Navidad
{mosimage}Este cuento, que está basado en un hecho real, no acontece en Navidad, sino más bien todo lo contrario. Sucedió en San Juan, en vísperas de la noche más corta del año. A media tarde, decidí dirigir mis pasos hacia una pastelería-cafetería situada en la Avenida Constitución, justo enfrente del Centro Médico Castelldefels. Abordé la Avenida 300 que desemboca hacia la avenida principal, y a la altura de un bloque de pisos cualquiera, el destino me dio uno de los sustos más grandes de mi vida.
Bueno, en realidad no fue el destino, sino un par de niños, de cuya voz, cara o edad nunca supe nada, que arrojaron un espejo al vacío de la calle. Justo cuando yo pasaba por debajo de esa ventana. Justo cuando en mi pecho llevaba, como si de una mochila se tratara, a mi hija Lucía, que en ese momento tenía 5 meses de vida. Al día siguiente cumplía precisamente esos 5 meses. Lucía iba sin gorrito ni nada que le cubriera su cabecita. Estábamos en la antesala del verano y su pequeño cerebro, todavía en formación, recibía la brisa del aire y los rayos del Sol.
Cuando mis pasos se detuvieron bruscamente, al estruendo del cristal reventando a mi vera, mi mirada se fijó en su cabeza. No había sufrido impacto alguno, pero mi pulso se aceleró hasta la locura al ver como los restos del espejo rozaban mis pies. El objeto de cristal había caído con una fuerza brutal desde una de las ventanas de aquel bloque, y nos había rozado a mí y a mi hija.
Afortunadamente, nunca sabremos qué hubiera sucedido si a mi bebé de 5 meses aquel espejo le hubiera golpeado de aquella forma tan brutal aquel día. Desde entonces, siempre que paso por aquella calle, siempre que dirijo mis pasos hacia la Cafetería Xocolat, pienso en el día de junio en que mi hija Lucía volvió a nacer. Otros, otras no tuvieron tanta fortuna. Tristemente cada vez hay más esquinas, más tramos de acera, más pasos de peatones convertidos en pequeños rincones de homenaje a algún desaparecido por accidentes urbanos. Aquel me podría haber cambiado la vida para siempre… Ah, Feliz Navidad.
benicoro@hotmail.com