Uno, Dos y Tres…

Uno, Dos y Tres…

{mosimage}Empiezo pidiendo disculpas por plagiar el título de un famoso poema taurino de un no menos famoso escritor de nuestro país. Lo siento pero tres es un número mágico. Lo he pensado desde hace mucho tiempo, pero ahora, hoy, este año, este último mes del 2010, pienso que se me confirma la sospecha de siempre. Tres son la fe, la esperanza y la caridad. Tres son los protagonistas del calvario, tres son también los reyes magos que se acercan y tres es también el número que se estipula y ordena para tomar una decisión cualquiera. Nunca cuatro, ni cinco, ni otro. Sencillamente tres. Pues bien, ahí estamos en una fría tarde de invierno como la de hoy en la que he empezado a poner hilo en esta rara aguja con la que he decidido escribir mi última columna del año. Y digo la última porque no va a dar tiempo para más y el próximo momento no parece que vaya a ser muy optimista para empezar el nuevo año. Si nos fijamos en las caras de muchos de los que dicen ser políticos y que estos días nos ofrecen sus gestos en la prensa oficial y no oficial, nos daremos cuenta fácilmente de que son imágenes muy similares pero muy distintas a los de la larga lista de parados, pensionistas bajo amenaza o inmigrantes sin papeles buscando la fuente de todo esto que se llama dinero negro cuando lo normal sería en technicolor.

Y os pido perdón si me resulta difícil,  como a todos, en estos días no hablar de Navidades, ni de elecciones, ni de fútbol, ni de pactos, ni de rumores preparatorios de algo. Estoy seguro de que todas estas cosas están leídas “ad limitum” pero os juro que es muy difícil estar hoy al margen de ellas  y dar, además, la sensación de no estar en el momento adecuado de las circunstancias. Por todo ello, me siento algo impotente sobre los mismos: la política, las fiestas y como no el fútbol. Y no lo voy a hacer. Sé que voy a oír más de una vez, sin nombre, quien me recordará también que los tres mosqueteros era realmente cuatro, pero no me importa.

Pienso ¡por Dios! Pienso, y esto creo que es malo en todo momento porque el pensar es una actitud personal y privada que no es motivo público y evidente de nada, ni escandaliza de entrada sino se manifiesta. Y uno, dos y tres pensar y mentir no sólo es peligroso sino que demasiadas veces salen juntos mintiendo y deberíamos entonces sentir vergüenza por pertenecer a esa especie animal de mamíferos que llamamos seres humanos y que adolecen de cualquier signo de sensatez, honestidad, honradez y toda una serie de adjetivos que hoy  nos maldicen demasiado al ignorar su significado real. Y espero que esto que se llama democracia y que tiene su expresión en huelgas salvajes (estoy viendo por televisión la información del último telediario de hoy) lo que me produce tristeza y un profundo pesar.

Dejadme seguir con las matemáticas: uno, dos y tres. ¿Quién o quiénes serán capaces por un simple motivo de supervivencia, de empezar a borrar del diccionario ese concepto que se llama EGOISMO? Lo demás son palabras. Sólo palabras que no entendemos y que pueden acabar con la especie diciendo: Uno, Dos y Tres únicamente.

O así me lo parece
J.C.Alonso Duat