A modo de prólogo
{mosimage}No soy original. No puedo ser original. Pero estoy escribiendo, mal que le pese a alguien, que dice conocerme bien y no es verdad, al inicio de un trabajo literario que lleva mucho tiempo martilleando mis neuronas para nada. Sólo si supiera el título, podría imaginarlo como anuncio de un texto pornográfico. Y no lo es. Pero si ello pudiera servir como curiosidad para promocionar lo que debería ser pornografía siendo historia; repito, si sirve como promoción, bienvenida sea.
No sé de quién fue el invento pero lo que sabía la cuerda del tiempo balanceándose sugestivamente con cierta mala intención, lo sabía también la cuerda de la vida al unísono. Tampoco sé si todo esto sucede siempre sobre el mismo escenario, con la misma música, el mismo ritmo, con focos de luz deslumbrante para quienes no están habituados y donde siempre, o al menos muy precozmente, acompañados de útiles y fieles figurantes que facilitan enormemente la labor. Ya desde aquí, y a título póstumo, les digo gracias a todos. Sin duda, a unos más y a otros menos, pero mi agradecimiento es universal para todos. Después a lo largo del viaje, de este viaje, alguien, hay alguno por voluntad propia, que ha renunciado a mi agradecimiento e incluso a mi saludo de despedida. El o la interesada sabrán bien el porqué. Seguro que no tiene ningún interés para ellos recordarlo. A mí algunas veces también me sucede, con la única diferencia de que en mi conceptuación no han influido otras presiones, ni ha habido la menor señal de egoísmo.
Pero yo también he cometido pecado, y ha sido muy próximo a mi entorno o en mi mismo entorno. Pero ahora ya es muy tarde para cambiar, como en un coche, pasar de primera marcha a una imprescindible marcha atrás.
Y así ha sido toda mi vida. Así ha sido todo mi trabajo, el lugar donde ha transcurrido mi mayor número de horas. Unas bastante felices, otras muy desagradables, algunas incluso trágicas pero también con algún momento divertido para reír o llorar y hablar bien o mal de uno mismo. Pero me gustaría saber explicar que allí puede estar el origen real de bastantes historias. Casi siempre con buena fe pero algunas veces con rabia. A esto, de momento, se le puede llamar revisión. Y si, casualmente, alguien se siente identificado, creo que es de agradecer intensamente porque como dijo un memorable escritor clásico la memoria es un arte que también sirve para olvidar y rejuvenecer. Excepcionalmente se puede pensar o sentirse identificado con cualquier protagonista. Será coincidencia pero, en el fondo, yo le agradezco el recuerdo porque esto no es más que el resumen de unos apuntes perdidos en el cajón de una mesa de despacho durante años.
O ASÍ ME LO PARECE…