El niño “vago”

El niño "vago"

{mosimage}Había una vez un niño que un día se equivocó, sintió tanta vergüenza que decidió no volver a intentarlo y optó por no hacer nada. El tiempo pasaba y el niño seguía sin moverse, pensaba que si no hacía nada, no se podía equivocar más.

Un día llegó un adulto y le dijo: – ¡Eres un vago!

Esta es una de las posibles etiquetas que se le puede colocar a un niño.

De entrada, alguien  lo menciona, lo dice por primera vez y el niño se lo cree, piensa verdaderamente que es una verdad.

Con el tiempo, poco a poco, todos los que rodean a este niño confirman la etiqueta, es cierto , “es un vago”. A partir de aquí, nadie pensará que exista alguna posibilidad de cambiar algo, de hacer las cosas de otra manera, de buscar nuevas perspectivas.

La etiqueta se cronifica con el tiempo como ocurre con las enfermedades que no se pueden curar, se convierte en una “verdad” (aunque no lo hubiese sido nunca) que se apodera de los deseos del niño; éste deja de pensar en hacer, de querer alcanzar y se convierte en un ser pasivo con muy pocas aspiraciones; o sea, en “un vago”.

Ser “vago” no es más que un lugar, un rol en el grupo de iguales,  colocarse en este lugar puede resultar cómodo para algunos niños que presentan dificultades para el aprendizaje escolar, es una manera de que nadie espere nada de ellos, consiguiendo por tanto, no defraudar a nadie. Por otro lado, implica responsabilidad del niño, se cree que él es así, que nació de esta manera y que es invariable.

Por suerte para todos, la vagancia no es una enfermedad incurable, sino más bien una actitud ante la vida, lo que significa para consuelo de los que la padezcan que las cosas SÍ que pueden cambiar y mucho en el caso de que lo deseen.

Y este es el punto crucial para el cambio: el deseo de ocupar otro lugar en la vida: el valiente, el intrépido, el que se esfuerza, el que lo consigue, el que triunfa…, el que puede cambiar su realidad.
Todos los niños son buenos en algo, y éste debería ser el punto de mira.  Señalar las habilidades y aptitudes para así reforzarlas, haciendo más fácil el proceso educativo.

Siguiendo de cerca al niño será más fácil detectar las dificultades y podremos buscar ayuda antes de que el niño decida colocarse en el lugar equivocado.

Isabel Real
Isep Clínica