En la calle o en el colegio

En la calle o en el colegio

{mosimage}El pasado jueves 13 de enero el alcalde de Castelldefels, Joan Sau, compartía en su página de Facebook una vivencia que había experimentado ese mismo día en compañía de una vecina de la ciudad. Esta mujer había contactado con Sau para invitarle a pasear por determinadas zonas de Castelldefels. Su intención era hacerle ver a la máxima autoridad política local la necesidad de mejorar las políticas de limpieza viaria. Sau aceptó la invitación y reconoció, pocas horas después en la Red, que la experiencia había resultado muy provechosa porque el contacto directo con la calle siempre es muy enriquecedor. Quizá sorprenda, por lo excepcional, el gesto del alcalde, abandonando su despacho oficial para convertirse en un vecino más, para palpar la realidad diaria en nuestras calles. Pero quien conoce de cerca a Sau sabe que este no es un episodio extraordinario. Desde que tomó los mandos de la gestión municipal hace dos años, si algo ha caracterizado su breve mandato ha sido su proximidad, su vocación de cercanía hacia las necesidades reales de la gente de a pie.

Sin embargo, cabe señalar que en cuanto a la limpieza viaria, la ciudad en la que vivimos es un modelo a seguir desde la gestión de los poderes públicos. Basta con echar un vistazo a los datos oficiales, a disposición de cualquier vecino en las dependencias del consistorio municipal. El pasado mes de diciembre se aprobaron las cuentas públicas para el ejercicio 2011. La partida presupuestaria total asciende a algo más de 60 millones de euros. Y de ese dinero, el 78% del mismo se destina al mantenimiento de la calidad de vida del vecindario. Este apartado abarca un amplio espectro de actuaciones, pero en lo que concierne al mantenimiento y a la limpieza de la vía pública, de cada 100 euros del presupuesto municipal, 41 euros se destinan únicamente a ese concepto. Es decir, casi la mitad del presupuesto municipal se reinvierte año tras año en el adecentamiento, en la mejora de la salubridad, en la limpieza en definitiva de calles, parques y jardines de Castelldefels.

A pesar de ese esfuerzo colectivo, parece que en algunas zonas de la ciudad esas actuaciones no son suficientes. Y cabría preguntarse si en el futuro los esfuerzos únicamente tienen que centrarse en ampliar las dotaciones presupuestarias; o también en tratar de concienciar a la ciudadanía. Me explico. Recientemente, en una visita al campus universitario de Castelldefels, al acceder a la cafetería del recinto me quedé perplejo al comprobar como varias decenas de estudiantes atestaban unas escalinatas con su presencia, que no solo era humana; también de desechos. A pesar de estar rodeados por varias papeleras gigantescas, los chicos y las chicas –en plena madurez universitaria- dejaban a propósito todo tipo de envases en el suelo. Una camarera de la cafetería me confirmó que esa actitud incívica se repetía a diario en el Campus, y que cuando alguna vez se había dirigido al grupo de estudiantes para reprobarle su actitud, la respuesta que le habían dado era que “gracias a comportamientos como esos había gente trabajando en la limpieza de la universidad”. Es decir que, en la mente obtusa de esos incívicos, al generar desechos en plena calle, en el fondo creen estar activando nuestro motor de desarrollo económico y laboral. A más basura en las calles, dicen, más necesidad de mano de obra para retirar sus desechos.

Por tanto, trabajo de limpieza viaria en las calles, sí. Cada vez con mayor ahínco y esfuerzo, también. Pero no perdamos de vista la vertiente cultural. Si en casa y en las escuelas comenzamos a educar a nuestros hijos en la necesidad de respetar nuestro medio ambiente, quizá al final todos podríamos disfrutar de un Castelldefels más limpio, más reluciente; sin la necesidad de que cada año el presupuesto municipal se tuviera que desangrar por este motivo.

benicoro@hotmail.com