Primeros incumplimientos del Gobierno de CiU
{mosimage}El Gobierno de CiU en la Generalitat se ha puesto a andar después de que el grupo parlamentario Socialista facilitara con su abstención la proclamación de Artur Mas como presidente catalán. Con ello el PSC daba muestra de una actitud responsable: no es momento de parálisis institucional ni de dejar de trabajar ni un solo minuto, porque los ciudadanos y las ciudadanas tienen problemas a los que debemos atender.
Esta actitud responsable implica colaborar en la solución de estos problemas con el mismo ahínco e ilusión con que lo hacíamos desde el Gobierno, cuando estaba presidido por el socialista José Montilla. Un gobierno que trabajó mucho, y que no parece que lo hiciera tan mal como aseguró incansablemente la derecha de este país, encarnada en CiU y PP. Un trabajo que ellos mismos parece que empiezan a reconocer ahora, viendo como rectifican o incumplen algunas de las promesas con las que se presentaron a las elecciones.
Así, si decían que eliminarían la limitación de circular a 80 km/h en las autopistas de nuestro entorno, ahora dicen que igual sólo lo hacen por la noche (algo que ya había anunciado también Montilla); si aseguraban que eliminarían las cámaras de las Comisarías de los Mossos, ahora dicen que están bien donde están; si hicieron bandera del concierto económico, ahora resulta que no es una prioridad. También se desdijo Artur Mas en su promesa de dar a las universidades una consejería propia, mientras mantiene una vicepresidencia en su Gobierno, algo que CiU ha calificado de “fraudulento” en 2006. Y cuando se pone a eliminar, quita de en medio la Dirección General de Igualdad de Oportunidades y suprime el programa contra la violencia machista. Parece que ni una cosa ni la otra están entre sus prioridades.
Es pronto para hacer una valoración, de acuerdo; pero no me dirán que no se han producido demasiados “donde dije digo digo Diego” para tan poco espacio de tiempo. Seguramente, es el resultado que comprobar que el Gobierno presidido por el socialista Montilla no sólo no lo estaba haciendo mal, sino que era lo único que podía hacer para combatir la crisis económica y levantar Catalunya.