Va de premio
{mosimage}Me pongo a escribir estas líneas poco después del anuncio de las nominaciones, perdón, de las candidaturas a los premios Goya de este año; supongo que a estas alturas ya sabrán: “Balada triste de trompeta”, “También la lluvia”, “Pa negre” y “Enterrado” y, ante tanta calidad cinematográfica, me salto la sana costumbre de pasar olímpicamente de este tipo de premios (los oscars tienen la culpa) y le dedico estas líneas a los títulos mencionados. Realmente creo que son cuatro películas excelentes, cada una a su manera, y difíciles de comparar. Todas tienen grandes dosis de buen cine en su interior y las cuatro presentan en un momento u otro destellos de genio.
“Balada triste de trompeta” me parece la más irregular de todas, sobre todo porque a una primera parte excelente le sigue una segunda mitad donde todo se desmadra en exceso, se va hacía el cómic sin tener la garra de las viñetas y se pierde el encanto de lo que se ofrecía en un principio. De la Iglesia arranca con una fuerza bestial, demoledora y el tiempo que dedica a plantear sus personajes y sus situaciones es realmente potente; me encantan esos pequeños detalles como el león que se sienta detrás del niño o la forma que se presenta el circo y su troupe. Sin embargo, tras la brutal agresión al personaje de Antonio de la Torre, el film se convierte en un espectáculo sucio, excesivo y yo diría que montado torpemente. Aun así, se disfruta como un producto valiente, arriesgado y personal.
En “También la lluvia” Icíar Bollaín consigue algo bastante difícil, encajar sin fisuras dos películas en una: por un lado la de la conquista de América (la historia que se filma dentro de la película) y por otro la de Bolivia en 2000 y su guerra del agua (el espacio real en el que se encuentran los realizadores del film sobre Colón). La primera, la del descubrimiento, fascina con una belleza viva, intensa y con un punto de salvajismo y otro de poesía (como los “Fitzacarraldo” y “Aguirre la cólera de Dios” de Herzog) y se cuela con naturalidad en la segunda, más cercana al documental y al drama social. Le quedan a la Bollaín algo desdibujados los secundarios y el personaje del director que interpreta Gael García Bernal, pero lo compensan el gran Tosar, un magnífico Elejalde y Carlos Aduviri que resulta un hallazgo notable en su papel de indígena y cabecilla de la revolución del agua. Yo me quedo, sobre todo, con algunos momentos concretos (el helicóptero sobrevolando con una gran cruz, la escena del rodaje del ahogamiento de los bebés, las parrafadas de Elejalde…) y con ese tono general tan contenido pero tan contundente al que ya nos tiene acostumbrados la directora.
“Pa negre”, por su parte, es un thriller disfrazado de película sobre la posguerra, negro, árido y terrible. Una historia sobre los límites de nuestras acciones para defender a los nuestros, sobre lo bien que vienen algunos dramas colectivos para justificar miserias, maldades y perversiones, sobre el terrible drama de matar y sobrevivir. Villalonga maneja la historia con firmeza, sin concesiones a la galería, con la precisión y la habilidad del narrador experimentado, del autor que conoce perfectamente a sus criaturas y los mecanismos del lenguaje, ese que roza la genialidad y en algún momento acaba agarrándola. Esa genialidad la alcanza, sin duda, en la primera escena, un arranque que te deja absolutamente pegado a la butaca y que describe con inusitada fuerza y aspereza el panorama en que sucederán los hechos. “Pa negre” no es un film sobre nuestra guerra civil, pero sí utiliza el conflicto para hacer creíbles unos personajes y unas situaciones totalmente al límite. Y, sobre todo, vayan a ver la versión catalana, la original, la que tiene en las voces la misma textura que las piedras, las rocas y las pieles sucias.
En estas mismas páginas, en octubre, ya hablamos de “Enterrado”, de lo mucho que nos gustó su guión, de lo impresionante que era su realización y de lo extraordinario de su interpretación. No es necesario añadir más.
O sea, que quien tenga que discernir cuál es mejor y quién lo hace peor, la verdad es que si quiere ser justo y objetivo, tiene por delante una tarea verdaderamente complicada. No seré pues yo quien se defina por un título u otro, eso de “el necesario favorito” siempre me ha parecido una obsesión yanqui tristemente importada a nuestra cultura. Mejor vayan a verlas todas, si aún no lo han hecho, y dejen que decidan sus propios criterios, sus gustos personales y sus estados de ánimo; es el privilegio de cada espectador.
Fernando Lorza