Dime de qué presumes, y te diré de qué careces

Dime de qué presumes, y te diré de qué careces

{mosimage}Hace mucho tiempo que desde el Partido Popular hemos denunciado la falta de pluralidad en los medios de comunicación públicos de Castelldefels, pero lo que está sucediendo últimamente, no sólo muestra una total falta de ética profesional, sino incluso roza la ilegalidad.

En concreto, en el número de febrero de la revista El Castell podemos ver un nuevo publirreportaje publicitario del alcalde, con 4 páginas dedicadas a venderse. Además, el resto de la revista, como de costumbre, ahonda en el mismo sentido, publicidad, publicidad y publicidad del equipo de gobierno, falta de seriedad periodística en las noticias, falta de concreción y falta de contraste con las opiniones de los otros partidos o de los propios ciudadanos.

La revista El Castell ya no es más que un mero panfleto de “venta” de un producto obsoleto que ve cada día más difícil poder convencer a los ciudadanos de nuestra ciudad. Un suntuoso medio de comunicación al servicio y uso exclusivo del Partido Socialista, con la complicidad comprada de los dos socios de gobierno con los que conforma el poder municipal.El presupuesto del Patronato de Comunicación es de más de 100 millones de pesetas. Un auténtico escándalo ya no sólo porque en tiempos de crisis hay que racionalizar los recursos, sino porque, además, son 100 millones tirados totalmente a la basura, usados para magnificar la figura de una persona que no ha logrado nada, ni siquiera ha conseguido su puesto en las urnas, como quienes le precedieron.

Pero afortunadamente los ciudadanos de Castelldefels ya no confían en esa cara propaganda municipal. No por mucho repetir una mentira, ésta se vuelve verdad, así que de nada sirve ensalzar inmerecidamente a dirigentes que se aprovechan del poder en beneficio propio y partidista, ya que su imagen no va a cambiar.

Como dicen en una famosa campaña publicitaria: “Yo no soy tonto”. Así que, Sr. Sau, ya basta de tomarnos el pelo a los contribuyentes de esta ciudad, que al final, somos quienes pagamos tanto su nómina, como sus desmanes.