Cuídate mucho…

Cuídate mucho…

Aparentemente, todos creemos tener claro qué es “cuidarse” y también cómo hacerlo. Lo primero que debemos tener claro es que la única forma posible de cuidar es cuidándose y no se trata de un juego de palabras, pues la persona que en su vida no se cuidó, no está preparada para cuidar de nadie, y esto incluye animal o persona.

A partir de esta premisa previa, habría que plantearse qué es  verdaderamente cuidarse. O, mejor, qué es no cuidarse. Planteada la dualidad vamos a diferenciarlas:

La imagen de cuidados de los medios de comunicación es la imagen del glamour y la perfección, caras y cuerpos en perfecto estado de conservación a pesar de la edad, sonrisas perfectas, ropa exclusiva maravillosa…, y un inacabable mercado del llamado “cuidado” básicamente del cuerpo.

Y pasamos a analizar la base en la cual se forja el cuidarse al que yo me refiero. Se trata del amor, aquel que sentimos cuando nos quieren y que más tarde incorporamos a nuestra vida en forma de autoestima.

Este sentimiento hace posible buscar la felicidad en todo lo que hacemos, nos hace fuertes y capaces para dar amor a los demás y poder cuidar de ellos, se refleja en el rostro, en la expresión y en la emoción que se traspasa a los demás.

Parece entonces que este concepto de cuidarse no parte del cuerpo, sino de la mente, pues es ella la que nos da las sensaciones de nuestro cuerpo, la que puede escucharlo y cuidarlo. Y a veces nos empeñamos en tratarnos como si fuéramos un cuerpo. Lo siento, pero somos mucho más.

Pero ¿cómo se aprende a escuchar los síntomas? ¿cómo cuidar a nuestros hijos?

Atendiendo a sus cambios, sobre todo a su infelicidad que puede venir causada por diferentes motivos. No justificar siempre los comportamientos. No esperar a que el síntoma desaparezca, porque nunca ocurre así. No culpabilizar a nadie de los problemas, ni la escuela, ni la pareja separada son culpables… En  definitiva,  hay que querer ver que algo no funciona bien y buscar ayuda.

Cuando el síntoma es un problema para el niño o el adolescente, significa que “es un problema”, porque ya le está afectando a su autoestima. No hay que esperar a nada, hay que actuar, buscar soluciones, buscar a los profesionales adecuados que nos pueden ayudar, primero, a comprender lo que les ocurre a nuestros hijos y cómo cuidarlos y, segundo, a encauzar la vida de nuestros hijos hacia esa autoestima que va a hacer posible vivir una vida plena.

Todos los problemas escolares minan la autoestima de los niños y adolescentes, porque les hacen sentir que son peores, más malos, menos capaces y acaban convirtiéndose en demasiadas ocasiones en problemas sociales (inhibición, agresividad). Por tanto, los problemas no resueltos se pueden convertir en un iceberg de problemas donde apenas vemos lo que asoma a la superficie.

No importa el tipo de problema que se nos presente, ni tampoco de dónde viene. Lo importante es verlo y atenderlo. Esto es CUIDAR.

Isabel Real