Jorge Navarro publica su última novela en Seix Barral

Jorge Navarro publica su última novela en Seix Barral

Novelista, historiador y profesor, Jordi Navarro es un conocido vecino de nuestra ciudad que acaba de publicar una interesantísima novela titulada Las cinco muertes del barón airado.

En La Voz la hemos leído con mucha atención y podemos decir que tenemos entre nosotros a un magnífico narrador. Hoy queremos presentárselo a todos ustedes, aquí, en nuestras páginas.

{mosimage}Primero, felicidades. No debe de ser fácil que una editorial como Seix Barral publique una novela. ¿Cómo ha sido el camino hasta llegar aquí, antes de hablar del libro?
La novela empezó siendo un relato que comencé justamente ahora hace veinte años, que se dice pronto. Me salió tan bien que lo envié al premio Federico Muelas-Ciudad de Cuenca de Cuentos. Lo gané, pero llegó la crisis post-olímpica y tardé dos años en cobrarlo. Empezaba la mala suerte. Acabé la novela en 1996 y la envié a varios premios y editoriales sin resultado. Hasta que un día me llamaron de Seix Barral y me dijeron que le había gustado mucho a Pere Gimferrer y que tenía que ir a conocerlos. Y fui. Las perspectivas eran muy buenas, pero unos días después de mi visita, dimitió el equipo directivo y meses después recibí una llamada telefónica en la que me comunicaban que no iban a editarla. Y vuelta a la rutina de enviarla a editoriales y premios sin resultado. Pasaron los años y, poco antes de las vacaciones de verano de 2009, se me ocurrió escribir un email a Seix Barral explicándoles la historia de una novela que parecía impublicable, y les adjunté un archivo con la obra y la carta que me había escrito Pere Gimferrer. Me contestaron enseguida diciéndome que Pere Gimferrer se acordaba de todo lo sucedido y que la iban a leer. Y a principios de septiembre me comunicaron que querían conocerme. Y fui, pero esta vez sí se completó el círculo.

¿Cómo describirías Las cinco muertes del barón airado?
Como autor me es muy difícil hacer un resumen de una obra de trescientas treinta y tres páginas en la que hay varios personajes protagonistas (Amadeo Castellfullit, Eulalia, su mujer, Sofía Riera, el pintor Ramón Casas), y un sinfín de secundarios a cual mejor. Unos y otros se enfrentan a situaciones dramáticas (no olvidemos que hay un crimen y una ejecución) y a otras que resultan más bien cómicas. Pero ante todo es una narración de intriga en el sentido de que continuamente van pasando cosas y quieres saber qué va a ocurrir, quién o quiénes van a matar al barón.

En la novela, el personaje principal es el barón  Amadeo Castellfullit, un tirano soberbio que está preocupado porque su mundo está cambiando y se cree con el poder y dinero para mantener todo igual. ¿Cómo surgió este personaje?
La primera escena, la del mayordomo que entra en una habitación y despierta primero a una joven y después a su señor nació de un sueño o de una inspiración repentina, no lo recuerdo muy bien, ya te digo que eso pasó hace veinte años. El caso es que en el momento en que decidí convertir la narración en histórica pensé en aquellos patricios barceloneses que habían apoyado la Restauración borbónica y, muy especialmente, en Manuel Girona por razón de cercanía. Pero no es Girona, que quede claro, aunque haya algunos préstamos de su vida, como el hecho que sufragara la fachada de la catedral de Barcelona.

Otro tema que me llama la atención de la  novela es que  todos los temas que tratas los podemos traer a nuestros días, ponerle un nombre y apellido a tus personajes o situaciones como, por ejemplo, los grupos conspiradores o de poder que se reúnen para cambiar el mundo que les rodea a su conveniencia. En aquel momento, los inventos como el coche, la luz, empezaban a cambiar la forma de vida de las personas, hoy es internet. ¿Es una novela visionaria?
Mi mujer, Lidia, es de la misma opinión, habéis coincidido en eso. Hay que tener presente que la novela, aunque se escribió con ordenador, se acabó antes de que apareciera internet en nuestras vidas y lo revolucionara todo, la comunicación, las relaciones interpersonales, la producción y distribución de bienes. Pero es cierto, la novela muestra una sociedad finisecular, la catalana y española, que estaba conociendo grandes cambios y eso generaba miedos. Creo que yo consciente o inconscientemente quería hablar de los nuestros, de los que se avecinaban.

¿Qué  proceso de documentación has seguido? En el libro la historia transcurre en Barcelona y Castelldefels con el famoso crimen de Castelldefels.
Una cosa que ahora puede parecer extraña es que, al principio, no pensé unir las dos historias, la ficticia con el barón, su mujer, Sofía Riera y el pintor Ramón Casas y que acontece en Barcelona, con el crimen de Castelldefels, que estaba estudiando por entonces. Pero, después, la relación se hizo evidente porque los protagonistas y la estructura, que para mí es muy importante, me lo exigían. De ahí nace la aparición de Augusto Codina, mi particular tributo a la prensa de entonces, que para mí es una fuente de información buenísima, y la visita de Casas a Castelldefels, que ya la tenía escrita incluso antes para explicar mejor cómo era ese Castelldefels. Por otro lado, la novela es novela y pretende ser verosímil, así que en muchas ocasiones he adelantado o atrasado acontecimientos menores para traicionar a mi otro yo, el historiador.

¿Por qué en la novela vuelves a reseñar el crimen de Castelldefels? Como historiador y vecino de esta ciudad, ¿tenías necesidad de dar a conocer todos los acontecimientos históricos?
Quería mostrar lo que ocurrió en la casa rectoral en 1893 pero de una manera más literaria, exagerando y cambiando las motivaciones de los crímenes y también sus consecuencias. Al principio de la investigación (que finalmente acabé gracias a la ayuda de Gabriel García Rosauro y Neus Cardona), yo pensaba que bien pudiera ser que el cura y su sobrina no fueran en realidad parientes y de que Joaquín Figueras no fuera realmente el culpable. Como tuvo la mala fortuna de cometer un crimen pasional y de ser juzgado en el peor momento posible, cuando había continuos atentados anarquistas en Barcelona y en otras ciudades europeas, para “salvarle” cambié a Figueras por el Higueras que aparece en la novela.

No quiero desvelar todos los secretos del libro pero ¿cómo se te ocurrió poner al pintor Ramon Casas y al periodista de La Vanguardia, Augusto Codina, en la trama de la novela?
Ramón Casas apareció por su culpa, pues además de haber pintado el cuadro “Garrote vil” el año anterior, le gustaba retratar a hermosas manolas con mantones de Manila. Augusto Codina surge porque fue el primer periodista de La Vanguardia que se trasladó a Castelldefels para cubrir el caso se llamaba Augusto Riera. Pero como su apellido se lo había dado a Sofía tuve que cambiárselo. Después, hubo otro periodista que transcribió el juicio y se me ocurrió que era una buena idea que él explicara lo que “en realidad” aconteció durante las dos jornadas que duró. Como digo al final de la novela, algunas páginas deben más a su lápiz que a mi ordenador.

A ti personalmente, ¿qué te  ha aportado estudiar historia para recrear la novela?
Mucho, pero más que estudiar la Historia con mayúsculas ha sido investigar en profundidad la historia local. Las historias generales son demasiado vagas y cuando lees las actas del ayuntamiento o lo que decía la prensa en un momento determinado, puedes entender mejor y con mucha humildad cómo pensaban y actuaban las personas de esa época.  Por ese motivo, cuando he escrito libros de historia siempre he procurado poner los nombres y apellidos de los protagonistas para volverlos a la vida. Con la novela he procurado hacer algo parecido y creo que por eso me han salido tan humanos.

Primero, el Crimen de Castelldefels, ahora las Las cinco muertes del barón airado, falta uno para la trilogía. ¿Para cuándo el tercer libro?
Para mí hacer una trilogía sería completar tres novelas en torno a los mismos personajes y la misma época. Te puedo decir con la boca pequeña, Lidia, que estoy en ello.

Después de esta jugosa entrevista, estamos seguros de que los lectores no podrán resistir la tentación de ir a las librerías a por un ejemplar de la novela de Jordi Navarro. Desde La Voz le deseamos muchos éxitos y esperamos impacientes la próxima, que cierra la trilogía.

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